ESCENAS FRENTE AL MAR…
Hace 21 años el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata nos ofrecía, por primera vez en muchos años, el acceso a la obra de cineastas nuevos y establecidos como Sharunas Bartas, Mohsen Makhmalbaf, Rithy Panh, Théo Angelopoulos, Manoel de Oliveira y Olivier Assayas, al que un año más tarde se le sumarían nombres de la talla de Joao Cesar Monteiro, Pedro Costa, Aleksandr Sokurov y Abbas Kiarostami, entre otros. Algunos de ellos se exhibían por primera vez en nuestro país.
Este preámbulo se debe a que hace exactamente 20 años empecé a asistir al evento, y a mis 21 años de entonces, el Festival me cambió la manera de ver el cine y me generó un interés constante por conocer lo que sucede en la cinematografía internacional contemporánea. En estas décadas pasaron presidentes del INCAA y de la Nación; directores artísticos y productores; pero, con ediciones memorables y otras inciertas, el Festival siguió apostando por el cine joven, el cine argentino y latinoamericano, y por las nuevas tendencias del cine mundial.
Este 2017 el Festival estrenó director artístico, el experimentado Peter Scarlet, y productora (Rosa Martínez Rivero), ofreciendo una versión reducida en cantidad de películas, pero manteniendo las mismas búsquedas e intereses sobre los que se venían trabajando hasta la edición anterior.
Sería bueno que la Competencia Internacional crezca en materia de premieres mundiales e internacionales.
LO GANADO
De la mano de Scarlet la competencia principal estuvo mucho más cercana a lo que se puede esperar de un Festival interesado en ser considerado a nivel internacional: una premiere mundial (El silencio del viento), otra internacional (5 Therapy) y una buena cantidad de películas recientes que no han sido vistas (o poco), en los principales Festivales de cine.
Los únicos filmes que participaron de la sección oficial competitiva, en Festivales de la misma categoría de Mar del Plata (Festival no especializado acreditado por la FIAPF), son Good Luck de Ben Russell y la ganadora Wajib de Annemarie Jacir. A estos se le podría sumar un clásico de la competencia: filmes que participaron en las paralelas del mítico certamen cannois, (Western y A fabrica da nada). Por otra parte, me sorprendió que no se le brinde el lugar de destaque en la competencia oficial a alguna de las varias películas argentinas presentada en carácter de premiere mundial.
A juzgar por las críticas que escribimos junto a Guillermo Colantonio y Victoria Leven, las películas de la competencia, entre las que el denominador común fue cierta medianía, fueron correctas, con un nivel parejo (no hubo películas bochornosas). Todas tenían algún mérito o interés para participar de la principal sección competitiva, que es la carta de presentación de un festival en el mundo. Sería bueno que se siga trabajando sobre esta línea de filmes recientes y que crezca en materia de premieres mundiales e internacionales.
Fuera de lo artístico, vale la pena destacar también el crecimiento del segmento que el Festival le dedica a la industria, agrupado bajo el sello de Film.ar. Este año la mayoría de los responsables de los proyectos de las distintas secciones industriales (MarDoc.lab, Latinarab, Lobolab, Corea), y los participantes de los concursos Raymundo Gleyzer, en carácter de invitados, tuvieron la posibilidad de ser coacheados a lo largo de varios días por profesionales internacionales del medio, para luego participar de una instancia de pitching frente a productores extranjeros.
uno de los espacios en los que se notó más la baja de películas es en la sección autores.
LO PERDIDO
Este año, el Festival presentó aproximadamente un centenar de títulos menos que durante 2016. Como la rotación de las películas no creció (la mayoría tiene tres pasadas, algunas ganadoras cuatro y otras tienen incluso menos), fue necesario utilizar un complejo menos para las proyecciones del festival (no se usaron las salas del Paseo Diagonal).
Pero como se mantuvo la misma estructura de programación, uno de los espacios en los que se notó más la baja de películas es en la sección autores. Personalmente me sorprendió la ausencia del filme Jeannette, l’enfance de Jeanne d’Arc, de Bruno Dumont, como también la de otros realizadores que conocimos gracias al festival, como Michael Haneke, Naomi Kawase o Sharunas Bartas.
El otro segmento en el que se notó claramente el recorte, es en el programa dedicado a los focos y retrospectivas. Las retro de Maurice Pialat y Claude Lelouch resultaron exiguas, mientras que la de Zelimir Zilnik incluyó la proyección de varias copias en malas condiciones. Finalmente los Rescates fueron escasos en cantidad y hallazgos.
La sección perteneciente a este segmento donde se nota una intención y una curaduría, es Generación VHS. Allí este año se pudieron apreciar copias flamantes de grandes filmes como Twin Peaks: Fuego camina conmigo o Doble de cuerpo, de los maestros David Lynch y Brian De Palma respectivamente, pero curiosamente su programación solo incluyó obras de origen estadounidense.
CONCLUSIÓN
Durante el Festival, en la presentación de su libro compilatorio de la mítica revista especializada Hablemos de cine, el colega peruano Isaac León Frías dijo que el BAFICI y Mar del Plata son su Cannes y Venecia.
Esa es la importancia que tienen los dos grandes festivales de nuestro país para la cinefilia argentina y latinoamericana, por ello sería fundamental que el recorte de títulos no se profundice (como indicaba algún rumor), y que se mantenga la cantidad de películas que el Festival presentó en esta edición para que Mar del Plata nos siga brindando una muestra significativa del estado del cine contemporáneo.
ALGUNAS PELÍCULAS DESTACADAS
CANIBA (Francia – 2017), de Vérena Paravel, Lucien Castaing-Taylor
Panorama / Autores
Entre los filmes que nos quedaron sin reseñar brilló Caniba, un documental realizado por Vérena Paravel y Lucien Castaing-Taylor, codirectores de la deslumbrante Leviathan (2012). Aquí abordan la figura de Issei Sagawa, un japonés que en sus años de estudiante en la Sorbona no sucumbió a su deseo y terminó asesinando, y comiendo, a una compañera de facultad.
Como en Leviathan los realizadores nos introducen en una experiencia audiovisual perturbadora. A través de una puesta hipnótica trabajan la imagen de Sagawa en espejo con la de su hermano, en planos muy cortos que luego se irán cerrando más aun sobre un fragmento del rostro del caníbal hasta desdibujarlo, negándole cualquier rastro de humanidad.
En la segunda mitad, los directores harán hincapié en relación filial y las perversiones y parafilias del antropófago. Durante ese segmento el filme perderá algo de elegancia pero ganará en intensidad.
VERÃO DANADO (Portugal – 2017), de Pedro Cabeleira
Panorama / Nuevos Autores
Con 24 años, Pedro Cabeleira realizó este profundo y desencantado retrato generacional. En Verão Danado los días transcurren entre diálogos casuales y frustraciones vinculadas a un colectivo marcado por la falta de trabajo y perspectivas. Pero por las noches estos jóvenes lisboetas se entregan al placer y el descontrol.
Lo más interesante del filme es como logra transmitir el tedio y la monotonía para, más tarde, mostrar como se relacionan esos cuerpos y sumergirnos en una experiencia física vívida. En definitiva Verão Danado constituye una experiencia alucinante.
FÉLICITÉ (Francia / Senegal – 2017), de Alain Gomis
Panorama / Autores
El cuarto largometraje del joven realizador francés Alain Gomis (conocido en nuestro país por haber competido hace varios años en el BAFICI con Andalucía, su segundo filme) está ambientado en Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo.
Félicité es una mujer de mediana edad, encarnada en un trabajo consagratorio por la actriz congoleña Véro Tshanda Beya Mputu, que trabaja en un bar donde también ameniza las noches cantando. Cuando su hijo sufra un accidente de tránsito Félicité moverá cielo y tierra para intentar conseguir el dinero necesario (que claramente no tiene) para lograr que este no pierda una pierna.
El filme se transformará en una suerte de tour de forcé que combinará momentos de mayor vértigo, con los números musicales y otros de profundo desasosiego. La enorme humanidad del personaje interpretado por Véro Tshanda Beya Mputu sostendrá todo el relato.
LA FAMILIA (Venezuela / Chile / Noruega – 2017), de Gustavo Rondón Córdova
Competencia Latinoamericana
La Familia es la historia de una fuga. Un padre debe escapar junto a su hijo de la barriada humilde en la que viven, luego de que el pequeño hiera gravemente a otro joven en un enfrentamiento callejero.
El miedo a la ley del talión será apenas la excusa narrativa para que Gustavo Rondón Córdova construya un relato vertiginoso que habla fundamentalmente de esta relación filial no demasiado cercana y como cada uno de ellos aprende a conocer al otro.
Rondón es cuidadoso a la hora de decir lo suyo claramente, muchas veces a través de la observación, sin explicitar una opinión política partidaria. Cabe mencionar que el relato se sostiene en gran parte por las excelentes actuaciones de ambos protagonistas.
Por Fausto Nicolás Balbi
@FaustoNB
Foto: Mara Sosti (Fuente: La Nación)