El silencio del viento (Puerto Rico – 2017)
MDQFEST32: Competencia internacional (Premiere mundial)
Dirección, guion: Álvaro Aponte Centeno / Fotografía: PJ López / Montaje: Nino Martínez Sosa / Sonido: Maite Rivera Carbonell / Música: Rafael Aponte Ledée, Álvaro Aponte Centeno / Producción: Maite Rivera Carbonell / Intérpretes: Israel Lugo, Elia Enid Cadilla, Amanda Lugo Alvarado, Kairiana Nuñez Santaliz, Iris Martínez / Duración: 84 minutos.
Muchas veces Puerto Rico aparece en nuestro imaginario con una doble postal: las playas paradisíacas del universo centroamericano, o bien la imagen estereotipada de la pobreza que caracteriza a nuestra América Latina.
La certera mirada de este filme, ópera prima del joven director Alvaro Ponte, está en que ambos lados de la postal aparecen al mismo tiempo y ninguno es el estereotipo en sí mismo. Ni la bella Puerto Rico es la de las playas de colores casi irreales y mujeres de afiche en bikini, ni la pobreza es una estampa general de villas miseria, favelas, tiros u otras obviedades.
En esta historia ni los buenos son totalmente buenos ni los malos son completamente malos. Porque ellos son buenos y malos al mismo tiempo dependiendo de con qué lupa se lo mire, en qué contexto y en qué circunstancias.
No es menor el detalle de que nuestro protagonista, Rafito, se dedica junto a su hermana a hacer ingresar ilegalmente a ciudadanos de otros países de la región y de otros lejanos como Senegal.
La aventura/negocio negro comienza cuando Rafito cruza por grupos, vía lancha por el río en plena noche y al llegar a tierra firme los alberga, al fondo la casa de su madre, una mujer ya anciana y postrada. Allí les da comida, cama y ropa y con los “contactos” que estos deben traer los entrega y termina de cerrar el “contrato” cobrando sus buenas sumas de dólares por el “servicio ofrecido” a esta gente que en algunos casos no habla castellano.
Lo atractivo de Rafito es su esencial contradicción: participa de esta actividad profundamente cuestionable a la vez que cuida a su hija con un apego y amor edípico digno de un buen padre latino -ya que de la madre de esa jovencita no tendremos ni la menor noticia–, y profesa un amor infinito por su madre enferma e inmovilizada a la que no le falta ni el más mínimo cuidado, ni el remedio, ni la enfermera, ni los cariños de su hijo y su nieta, por no hablar del vínculo con su hermana que tiene muchas connotaciones.
Y de vez en cuando hasta tiene unos gestos caritativos de esos que hacen que alguien que vive en la hostilidad se vea como un buen samaritano.
La historia y sus personajes tienen atractivas aristas sutiles pero sensibles de percibirse. La hermana de Rafito, de la que no quiero dar pistas de su destino, es parte del universo dramático de esta familia y de este mundo tan representativo de una forma social y un modelo vincular.
Me gustaría elogiar que no es perfecta la trama, ni la cámara, ni el resultado. Es algo más interesante que esa palabra, es homogénea, es genuina, es emocional, y visualmente se corresponde al mismo nivel de dominio de este joven sobre sus personajes, intuitivo, expresivo y con mucho por decir desde este filme en adelante.
Por Victoria Leven
@victorialeven