Crítica: 499 (2020), de Rodrigo Reyes – FIDBA 2020

499 (México – 2020)
FIDBA 2020: Competencia Iberoamericana

Dirección: Rodrigo Reyes / Guion: Rodrigo Reyes, Lorena Padila / Producción: Inti Cordera, Andrew Houchens / Fotografía: Alejandro Mejía / Montaje: Andrea Chignoli, Daniel Chávez Ontiveros / Protagonista: Eduardo San Juan Breña / Duración: 88 minutos.

499 es una película en cierto modo inasible, difícil de etiquetar, incluso desde las categorías más básicas de ficción o documental. El filme inicia de forma enigmática con un conquistador del imperio azteca, un correligionario de Cortés, que naufraga en el mar y en el tiempo, viajando la cantidad de años del título hasta el México actual. Esta condición de extranjero geográfico y temporal y su periplo por parte del país funcionará como un contrapunto de la historia que parece ser el objetivo del documental. Esa historia tampoco es tan simple de definir pues son varios relatos que tienen en común una cuestión: la violencia. Esa violencia es pergeñada por narcotraficantes, por la policía, por jóvenes desaforados, por sicarios. En realidad, es lo que suponemos, pues el foco no está puesto en los victimarios sino en las víctimas.

Dividido en cinco capítulos, la estructura del documental sigue el periplo del viajero en el tiempo desde la costa hasta el sitio donde se encontraba, otrora, la ciudad de Tenochtitlan. Ese trayecto desde la costa hacia el interior es tanto literal como metafórico, como si el conquistador nos llevara a las entrañas mismas de México. Junto con la imagen, una voz en off lee un diario que narra la experiencia de Cortés con los aztecas y los pueblos a los que ellos subyugaban. Esa sub-trama, en tono ficcional, sirve a la vez tanto como dispositivo de narración como de respiración, marcando el tono y el tempo.

El México que nos muestran es el de los pobres, el de los marginados. Las víctimas de la violencia también son de ese estrato social. Vemos comedores populares, mercados al aire libre, viviendas precarias, basurales. Mientras nos acercamos hacia ese centro, el paisaje va trocando de lo natural a lo urbano, pero no necesariamente en una confrontación civilización/barbarie. O sí, pero en esa disputa es la barbarie la preferible pues esa civilización no es más que el tacho de basura de lo civilizado, del progreso. También en contrario de lo esperable, es en la civilización en donde radica la violencia. La propia experiencia del conquistador lo comprueba.

Esa narración en off sobre las aventuras de Cortés y su ejército se vuelve parábola pero también explicación del presente aunque, de nuevo, no en forma unívoca o convencional pues parecería decirnos que la violencia no la trajo la conquista sino que los Aztecas ya eran en sí un Imperio más, que conquistaba a otros pueblos más débiles y que allí radicó el germen de su propia destrucción.

499 no es un documental trasparente y claro y allí radica su mayor mérito, pues nos fuerza a reflexionar y resignificar todo lo que estamos viendo. Y en ese proceso, nos deja con más preguntas que respuestas no sobre la historia que narra, sino con nuestra propia historia.

Por Martín Miguel Pereira

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