Entrevista a Nicolás Herzog, director de «Vuelo Nocturno»

DIÁLOGO ENTRE PRINCIPITOS

Como el piloto que planea y divisa la tierra muy pequeña y casi vaga desde la cabina, Nicolás Herzog postula, ya desde el comienzo de Vuelo nocturno (La leyenda de las princesitas argentinas), cierta mirada subjetiva del mítico encuentro entre las hermanas Fuchs Valón y Antoine de Saint-Exupéry en Corcordia; una construcción que se confirma como tal gracias también a las proyecciones fotográficas, a las reconstrucciones, a los movimientos de cámara, a la impronta de lo espejado y al empleo de la documentación. El proyecto no sólo retoma un hecho histórico, cultural y de carácter de leyenda urbana, sino que responde a una deuda personal de los orígenes de Herzog: el contacto con su propia infancia.

-¿Cómo surgió Vuelo nocturno?

Siempre supe que iba a contar esta historia porque me acompañó durante toda mi infancia. Si bien no nací en Concordia, viví en los alrededores de San Carlos desde los siete años y era una leyenda de transmisión oral, con ribetes misteriosos como toda narración de castillos y hadas de pueblo chico. Pero me resurgió la intriga cuando hubo una puesta en valor de las ruinas del palacio y la historia volvió a tener visibilidad.

La primera etapa fue investigar quién había construido el castillo, y descubrimos que había sido un ciudadano francés, que en 1880 desapareció después de montar una unidad productiva con un saladero y una fábrica de conservas. Más tarde, pasó de dueño en dueño hasta que en la década del 20 lo adquirió la municipalidad y se lo alquiló a la familia francesa Fuchs Valón, que habían tenido estas dos hijas y el encuentro con Antoine de Saint-Exupéry. Me pareció más interesante profundizar en ese vínculo y, un poco como hipótesis, me aventuré a recopilar otros materiales como Oasis, de Danilo Lavigne filmada en los 90 en clave ficcional con actores locales; una película de la década del 60 donde ellas ratificaban, en cierta medida, esta teoría amorosa; y el hallazgo más importante fueron los discos de pasta entre el piloto y Jean Renoir, de 1941, a propósito de esta película que nunca filmaron.

-¿La aparición de los audios modificó la construcción de la película?

En realidad, la consolidaron porque sólo había hecho algunas entrevistas pero no había iniciado el rodaje propiamente dicho. El film tuvo cuatro o cinco etapas de registro: las dos primeras se acercaban más a la investigación; luego, una semana acá, dos en Concordia y otras dos semanas en Francia. Entonces, se me ocurrió acompañar los audios con esta suerte de película familiar, de secuencia medio de falso documental, en blanco y negro con dos actrices, que funcionaran como una capa más.

En Vuelo nocturno hay tres líneas: el legado social o cultural en la voz popular y el eco del pueblo que distribuye el mito en el carnaval, el teatro y la escuela; el recorrido de la hipótesis –qué le ha pasado a Saint-Exupéry como piloto y como escritor para que esa pequeña experiencia se convirtiera en una obra literaria– y mi propio punto de vista sobre esa historia.

-¿Cómo recibieron en Francia la hipótesis?  

Primero con sorpresa, pero después les gustó cuando les mostré material. Si bien su sobrino nieto conoció tanto San Carlos como la importancia del lugar para la región, siempre lo habían tomado como algo anecdótico, pero cuando conversamos surgió la idea de Saint-Exupéry como un emblema del piloto con la misión patriótica de sentirse como uno de los pioneros de la aviación comercial. Aparecía este doble juego entre un hombre criado en un ambiente muy patriarcal y rodeado de mujeres, que conoce al amor pero lo considera en una dimensión secundaria con respecto a la misión. Por eso, al final ellas se quedan solas sin casarse, y él se va a la gloria y a la muerte.

-Hay una suerte de lazo entre el escritor y ambos castillos.

Descubrimos algo como espejado entre San Carlos y Saint Maurice y en la película se ve claramente: los dos castillos, los predios, las hermanas y las chicas, algo de la configuración familiar se repetía. Eso permitió plantear una situación espejada, con personajes o situaciones reflejadas, como las voces populares, los jardineros o las guías de las casas. Son los procesos inconscientes que se ponen en juego a la hora de crear.

-De hecho, en San Carlos se realizan representaciones teatrales y se menciona un proyecto para convertir en museo la casa donde se crió Saint-Exupéry. El vínculo también es artístico.

Tal cual, y los cuestionamientos que se pueden hacer en torno a esa apropiación son delicados y debatibles. ¿Hasta qué punto ese lugar que es de dominio público tiene que ser tomado por el Estado? Pero, al mismo tiempo, esa apropiación posibilita el surgimiento de ciertas manifestaciones. Incluso, el punto de partida de Vuelo Nocturno nació de una voluntad política para restaurar el espacio y su repercusión en la agenda mediática.

-¿Se puede pensar en una diferencia de tono entre ambos países? Es decir, en Argentina asociado con un momento histórico y en Francia como una anécdota.

No sabemos cuándo visitó Concordia, cuánto tiempo estuvo realmente, si durmió alguna noche en el castillo –si bien podemos suponer que sí– o si volvió. Por esa razón, no lo postulamos como la voz de la verdad absoluta, sino de forma relativa. La única certeza eran los protagonistas, pero hasta la propia Edda Fuchs en la entrevista de 1964 dejaba una cuota de picardía, de juego con el periodista diciéndole que no se casaron y que el autor de El Principito la marcó. Creo que la verdad pasaba más por cómo se fue construyendo ese mito que por la veracidad de los hechos.

-Por un lado, están las reconstrucciones; por otro, el material de archivo, los audios y los fragmentos de películas. Las fotos parecen situarse entre ambos como medio de volver tangible la leyenda.

La dimensión indicial que tiene la foto no se puede comparar con nada pero como no había demasiado material de ellas, de chicas, se me ocurrió buscar dos actrices que pudieran ser similares y una estética fotográfica verosímil pero siempre dando indicios de que se trataba de una ficción. La idea era trabajar en el límite, hacer planos más cortos con movimientos de cámara que no fueran de la época para forzar un poco la representación clásica. Incluso, abusar de ello me servía para evidenciar aún más la construcción y para fomentar esta cosa picaresca de la seducción entre ellas y la cámara. En realidad, la cámara es Saint-Exupéry, soy yo, es también un juego de espejos que se da entre el autor/escritor y mi propio punto de vista sobre esa historia.

-¿Cómo trabajás la frontera entre la ficción y el documental?

Cuando abordo un proyecto trato de superar los prejuicios. El documental me da mucha libertad para jugar y la ficción me interesa como género en sus formas de construcción social. Veo mucha más ficción y me crié en esa formación histórica, incluso, clásica. Me importan algunos sucesos o temas que se vinculan con hechos “reales” pero que tienen una dimensión ficcional en toda su construcción. Si bien sabemos que estuvo ahí, todo lo que tiñó ese mito estuvo alimentado por la oralidad y por una puesta en escena conformada por las distintas generaciones en torno a ese relato. Se sigue hablando del documental y, si bien formo parte de la asociación de documentalistas, la palabra me refiere a algo frío. El documento es un punto de partida pero lo asocio con la investigación periodística y el cine es otra cosa, tiene que haber una construcción dramática, una estructura narrativa, un punto de vista.

-¿Tenés algún próximo proyecto?

 En breve vuelvo a filmar en Concordia con Germán Palacios y Pilar Gamboa; sólo resta cerrar la coproducción para encarar la película. Se va a llamar La sombra del gallo y, si bien tiene un trasfondo social, no es un hecho puntual en este caso, sino varios. Trabaja la violencia, sobre todo hacia la mujer, las mafias pueblerinas en torno al secuestro, asesinatos y femicidios que cada vez se sabe más, pero en un guión escrito hace seis años.

El protagonista es un ex policía que vuelve al pueblo de la infancia, no se sabe mucho de él, porque se fue, porque estuvo preso, pero viene a hacer un camino del héroe y a destruir los andamiajes de una mafia. Tiene un formato entre policial y western. Estoy medio ansioso porque va a ser mi primera ficción pura.

Por Brenda Caletti
@117Brenn

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