Crítica: Prince of Broadway (2008), de Sean Baker

Prince of Broadway (Estados Unidos – 2008)

Festivales: BAFICI 2009: Competencia del futuro / Locarno 2008: Mención especial (Sección Cineastas del presente) / Los Angeles Film Festival 2008: Mejor Film Dramático / Torino 2008: Premio especial del jurado / Woodstock 2008: Mejor película.

Dirección, guión, Fotografía y Montaje: Sean Baker / Producción: Blake Ashman, Darren Dean / Intérpretes: Prince Adu, Karren Karagulian, Aiden Noesi / Duración: 102 minutos.

Lucky es un vendedor callejero de productos falsos, imitaciones de artículos de lujo. Él se encarga de tentar al cliente y llevarlo hasta un cuarto secreto en el local donde trabaja. Allí se expone la mercadería que todos buscan y quieren pagar menos. Gana lo suficiente como para mantenerse en una pieza de alquiler, muy prolija, pero pobre en extremo. Tiene una novia con la que se lleva bien, y ahorros con los que planea abrir su propio negocio.

Repentinamente, Linda, una ex novia, llega con un niño de algo más de un año y se lo deja, diciéndole que es su hijo. Lucky queda entonces a cargo del niño y, a pesar de su empeño y su buena voluntad, su vida comienza a desbarrancarse.

La película sigue a Lucky y al pequeño Prince en sus días en la calle. Para ellos todo cambia. La situación económica, las relaciones afectivas, la comida, el sueño. Lucky seguirá trabajando en la calle, pues es su único medio de subsistencia conocido. Y el niño deberá ir con él.

La película cuenta esta historia, y cómo de una vida en los márgenes y de una pobreza casi ineludible, surge esta suerte de abandono al niño y al padre. En paralelo se cuenta la historia de Levon, el jefe. Armenio de origen libanés, está casado con una joven norteamericana. El matrimonio fue poco más que una excusa para que él obtenga la tarjeta verde, que lo legaliza como residente en EEUU. Cuando ella decide abandonarlo su mundo se derrumba. El director establece líneas de contacto y fuga entre ambas historias. La familia que no es o se impone y el afecto, son los elementos que comparten.

Mientras tematicamente la película parece escapar de la dureza habitual del cine independiente estadounidense, la puesta en escena repone constantemente el escenario como organización dramática. Esto es porque propone mirar desde la calle misma a los individuos marginales. Así una película que podría haber sido tan mala como cualquiera que cuente la historia de un hombre solitario repentinamente convertido en padre, es una película sobria, bella, cálida y profundamente realista.

Es interesante resaltar que el relato es diurno y del ámbito laboral. O sea que el realizador ubica la historia donde corresponde, esquivando la violencia, lo nocturno y la exclusión. El protagonista está en el margen. Esta comprensión es importante, quien está en el margen puede mantenerse dentro del sistema e imaginarse dando batalla. Es el caso de Lucky. El registro agudo y controlado del director es central para que la película pueda mantener un sobrio equilibrio entre la dureza y la calidez. Es una película que se disfruta, aun viendo un New York que se esconde en el cuarto de atrás de un local de Broadway.

Daniel Cholakian
redaccion@cineramaplus.com.ar

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