Crítica: El espacio entre las líneas (2019), de Vanessa Jopp – Cine Alemán

El espacio entre las líneas / Gut gegen Nordwind (Alemania – 2019)
Selección: 20 Festival de Cine Alemán de Buenos Aires

Dirección: Vanessa Jopp / Guion: Jane Ainscough / Producción: Janine Jackowski, Jonas Dornbach / Dirección de fotografía: Sten Mende / Montaje: Andrew Bird / Producción: Janine Jackowski, Jonas Dornbach / Intérpretes: Nora Tschirner, Alexander Fehling, Ulrich Thomsen, Ella Rumpf, Claudia Eisinger / Duración: 123 minutos

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En medio de un contexto alborotado –hasta a veces, opresivo– ante la multiplicidad de alternativas y avances tecnológicos, la directora Vanessa Jopp elige al fiel correo electrónico como enlace accidental y sostenido de los protagonistas; un nexo permeable entre dos desconocidos bajo las promesas iniciales de mostrarse tal cual son y no rastrearse a través del ciberespacio o las apps. De ese modo, ya se presentan dos grandes desafíos: despojarse de las capas protectoras y abrazar el anonimato. Es que si bien el e-mail puede considerarse obsoleto no deja de ofrecerse como un compartimento blanco infinito que invita a la reflexión, al intimismo, a la apertura de manera inmediata y directa; la actualización de la carta que mantiene su esencia, aunque borre la huella de la escritura, del trazo y la tipografía reconocible. Una suerte de puente que aún conserva ciertos rasgos individuales y se cuela en la vida cotidiana de cada uno para dar cuenta del tiempo y de los momentos compartidos entre quien escribe y quien lee.

¿Es posible revelarle un secreto a un extraño? ¿Cuál elegir para contarle? ¿Cuándo una frase genera una risa cómplice, una ausencia o un deseo? ¿Cómo volverse presente o tangible por fuera de las palabras? La segunda capa surgida mediante el vínculo genuino permanente de Leo y Emmi no sólo evidencia las formas en las que se construyen las relaciones –cualquiera sea el tipo–, sino también la necesidad de volver a las bases, de reencontrarse con todas las versiones de uno mismo y aceptarlas. Tal es el caso de ella cuando se sorprende por los cambios en su personalidad mientras escucha una canción de antaño, como si a través de la música entraran en perspectiva las antiguas Emmis y la actual descubriendo una coexistencia amplia, en la que algunas se encuentran ocultas u olvidadas pero el conjunto la sigue definiendo. Y estas búsquedas adquieren mayor fortaleza cuando la película se posiciona en la mirada de cada uno, en cómo perciben el mundo, se mueven en las casas o lugares de trabajo, las actividades diarias, los lazos familiares y la exteriorización de los sentimientos en los mails.

Entonces, El espacio entre las líneas transforma al compartimento blanco anticuado en un registro del mundo interior, una mezcla de diario íntimo y guía sobre los pensamientos y sensaciones para reconocerse en cada estadio, recuperar lo marginado y convertirlo en parte activa. Un resquicio personal y, a la vez, compartido por un otro ajeno y confidente para reconfigurar la identidad, el deseo, la pulsión de vida y el presente.

Por Brenda Caletti
@117Brenn

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