Crítica: Ray & Liz (2018), de Richard Billingham – BAFICI

Ray & Liz (Reino Unido 2018)
BAFICI 2019: Competencia internacional

Dirección y Guion: Richard Billingham / Productor: Jacqui Davies / Fotografía: Daniel Landin / Sonido: Joakim Sundström / Montaje: Tracy Granger / Intérpretes: Ella Smith, Justin Salinger, Patrick Romer, Deirdre Kelly, Tony Way, Sam Gittins, Joshua Millard-Lloyd / Duración: 108 minutos

Este filme se presenta como una serie de recortes autobiográficos de la vida de Richard Billingham, tomando tres momentos singulares de su durísima infancia. Pero aunque se presenta sobre esa idea, no es esa la forma de su narración, o sea del guion con el que construye esta idea biográfica.

El relato se inicia, para volver varias veces allí, con la escena de Ray (quien sería padre de Richard) ya viejo y devastado, solo dedicado a dormir y a beber en un cuartucho lleno de moscas. Desde ese lugar partimos al flashback donde Ray es un tipo de 40 años, padre de una familia junto a Liz, la madre de ese grupo familiar. El escenario es desagradable al extremo, no solo por la carencia y la suciedad que reinan en cada rincón sino por la sensación de dejadez y desamor que tiñe todas las escenas. Eso se ve multiplicado por una cámara que hace foco y permanente detalle en la miseria reinante y en la decadencia que domina a los adultos en juego.

Este retrato de la Britania de los 80/90, pobre, desempleada y carente de motivaciones está lejísimos de aquellos personajes de Ken Loach, que en medio de la miseria construyen un mundo edificado por los deseos.

El monstruoso cuadro de la novela familiar es siniestro porque allí dominan todo la falta de deseo y el maltrato como espejo de la falta absoluta de empatía con el otro, y más violento se torna el desasosiego cuando esos otros totalmente prescindibles son “sus hijos”.

Cada fragmento expone un estadio distinto de la infancia del realizador, de muy niño casi un bebé que juega con sus bloques mientras el mundo que lo rodea se cae a pedazos. Luego, el niño más consciente que se ve desprotegido y abandonado frente a la espantosa imagen de una madre que no registra casi su existencia y que solo vive enfrascada en su rompecabezas, su obesidad y las decenas de cigarrillos que fuma por día.

Si de figuras parentales hablamos, el padre, Ray, es la ausencia total de poder en el esquema vincular y familiar. Un hombre dependiente, alienado y carente de fuerza protectora.

En definitiva, Ray & Liz ofrece un retrato familiar excesivo, donde lo abominable se hace insoportable y el ojo del director reafirma esta perspectiva hasta llevarla al extremo.

Por Victoria Leven
@LevenVictoria

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