Crítica: Nosotros, los bárbaros (2020), de Juan Álvarez-Durán – FIDBA 2020

Nosotros, los bárbaros (Bolivia – 2020)
FIDBA 20202: Competencia Iberoamericana – Premiere mundial

Dirección y Montaje: Juan Álvarez-Durán / Fotografía: Mauricio Ovando / Música Original: Alejandro Rivas Cottle / Intervienen: Clemente Mamani, Ernestina Jallasi, Manuel Alvarado Quispe, Carlos Mamani, Elisa Jacinto Chambi / Duración: 86 minutos.

¿Cómo hacer una película aymara? Pero no solamente una película en aymara, sino una película aymara. Esa es la premisa-objetivo con que arranca Nosotros, los bárbaros. El título es, de por sí, una declaración de principios; nos sitúa a “nosotros” (suponemos “descendientes de europeos / hombres blancos / de raíces indígenas pero sin conocer nuestras raíces”) como los verdaderos bárbaros por ignorar una cultura tan rica como la occidental judeocristiana que profesamos (consciente o inconscientemente). Si bien la premisa y las ambiciones del documental son claras, no queda tan claro si el hacer una película a partir de una estética distinta a la nuestra es una confrontación formal o meramente argumental.

La pregunta inicial está presente durante todo el filme en forma de mezcla de técnicas, dispositivos y recursos, desde la dramatización hasta la superposición de planos fotográficos sacados en selfie, pasando por supuestos ensayos, puestas en escena y distintas performances. En cada relato hay un dispositivo distinto y en cada uno de ellos se nos narra y explica algún aspecto de la cultura aymara. Este pastiche no necesariamente es divergente y equívoco pues forma un producto distintivo. Sin embargo, cada una de esas formas y dispositivos elegidos no son en nada novedosos. Algunas partes nos recuerdan a las monumentales puestas en escena de Carlos Saura en Tango, la entrevista a los propios técnicos parecen una tímida versión de las acaloradas discusiones sobre la hechura de Le vent d’est del Godard vertoviano e incluso un comienzo en donde a una actriz aymara se la acorrala a órdenes y preguntas en inglés nos podría llevar nuevamente al Godard de La Chinoise. Algunas cuestiones técnicas están bastante descuidadas como ser interferencias de señales de celular en el sonido, sombras del equipo técnico o encuadres no muy pensados. Es quizás cuestión de opinión si esto es importante en el registro documental pero creo que no debería descuidarse lo estético en un filme que se cuestiona todo el tiempo a sí mismo.

Por momentos Nosotros, los bárbaros parecería no tener progresión dramática sino que es más una sucesión de situaciones y/o “enseñanzas” de la cultura retratada y adolece de climax. Si bien a cada paso, a cada minuto, descubrimos más cuestiones, ese descubrimiento es más cuantitativo que cualitativo, no hay en ningún momento algo que mueva al filme del camino autoimpuesto, nada que sorprenda, nada que conmocione. De esta manera, el documental, puramente autoconsciente, se asemeja más a un ensayo sobre un filme o una no resuelta hipótesis sobre el mismo que a una obra que nos cuestione, que nos hable, que nos interpele.

Por Martín Miguel Pereira

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