MDQFILMFEST33: Entre dos aguas (2018), de Isaki Lacuesta

Entre dos aguas (España – 2018)
San Sebastián 66: Competencia Internacional – Concha de Oro a la mejor película
MDQFEST33: Competencia Internacional – Astor de Oro a la mejor película

Dirección: Isaki Lacuesta / Guion: Fran Araújo, Isa Campo, Isaki Lacuesta / Producción: Isa Campo, Isaki Lacuesta, Alex Lafuente, Álvaro Alonso, Paco Poch / Fotografía: Diego Dussuel / Montaje: Sergi Dies / Música: Raúl Refree, Kiko Veneno / Intérpretes: Israel Gómez Romero, Francisco José Gómez Romero / Duración: 135 minutos.

Luego de Cravan vs. Cravan (2002), su notable opera prima, Isaki Lacuesta realizó la que tal vez sea su obra cumbre hasta el momento, La leyenda del tiempo (2006), un documental de creación instalado en la Isla gaditana de San Fernando, lugar de nacimiento del mítico cantaor gitano Camarón de la Isla.

Aquella película estaba dividida en dos segmentos: uno que fluía con mayor naturalidad protagonizado por Isra, un niño que a partir de una tragedia familiar no podía volver a cantar; y otro en el lo que lo ficcional resultaba mucho más evidente.

Entre dos aguas continúa la historia de Isra. Pasaron unos 12 años desde el filme anterior, al inicio del metraje él presencia el nacimiento de su tercera hija en una secuencia estrictamente documental que personalmente me llevó a recordar el emotivo y vibrante final de Nueve meses (1976) de Márta Mészáros. Más tarde, Isra abandonará la clínica y regresará a la prisión para terminar de cumplir su condena por tráfico de drogas. Su hermano mayor, Cheíto, quien no fue testigo directo de aquella tragedia familiar ya aludida, se ha sumado a la armada española, acompañando misiones de paz desde su rol de cocinero. Luego de un largo prólogo el filme narrará el regreso de Isra a la sociedad, su reencuentro con Cheíto y la dificultad para establecerse laboral y familiarmente.

En esta película el tándem creativo Isaki Lacuesta / Isa Campo (su guionista habitual y eventual co directora) baila su ritmo favorito, el de modelar la realidad como materia prima para construir una ficción confusa, un híbrido subyugante en el que la verdad es ese límite insondable.

Sin embargo, el relato decae precisamente en aquellas secuencias (dos o tres apenas en todo el filme) en las que el dispositivo ficcional se torna demasiado evidente y se rompe el contrato que el realizador establece con el espectador ya desde la génesis misma de la película.

El relato, que aprovecha con inteligencia algunos segmentos de archivo con soliloquios de un joven Isra de 12 años, comienza y termina con secuencias muy fuertes, notables, que tienen que ver con las cuestiones que llevaron a estos hombres sensibles a ser en lo que se transformaron en estos más de 5 lustros de vida.

Por Fausto Nicolás Balbi
@FaustoNB

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