Reseñas Del Ciclo Film Noir (MALBA) (2)

DOS PELÍCULAS DE OTTO PREMINGER EN EL MALBA

Continúa el notable ciclo sobre Cine Negro en el Malba y dentro del programa que se ofrece para hoy viernes hay dos películas de Otto Preminger protagonizadas por Dana Andrews. En ¿Ángel o diablo? (Fallen Angel, 1945) Eric Stanton llega a San Francisco donde será algo así como un promotor de fantasmas ya que vende unos boletos para una sesión de espiritismo trucha. El tipo es un chanta hábil que verá alterada su rutina cuando conoce a Stella en un café (nótese la entrada triunfal de la femme fatale en su versión morocha), una camarera que hace citas y de la cual queda prendido (ella quiere un anillo pero acompañado “de algo”). Hay una notable escena de tensión sexual en una playa en un vaivén de besos y golpes que puede figurar tranquilamente entre los momentos antológicos del género. El deseo de Stanton, esa pulsión masculina irrefrenable en una época de censura y delación, lo hará tomar decisiones que lo pondrán en la amplia galería de personajes nocturnos, ambiguos y conflictivos. La versión angelical femenina está representada por la Srta. Mills, una rubia organista, víctima en principio de fraude. Preminger es un director exquisito. Detrás de su aparente carácter artesanal siempre en sus filmes desarrolla un juego en torno a la doble moral donde el lado oscuro de las pasiones y del crimen atraviesa las vidas de tipos duros y mujeres bellas. Toda la primera parte de la historia está filmada con movimientos más reposados y hay un momento donde la aceleración narrativa conduce a un ritmo acorde a la locura del plan y sus consecuencias. Estamos en los albores del género y recién se respira el fatalismo que se iría incrementando con los años.

En Donde termina el camino (Where The Sidewalks Ends, 1950) Andews es un policía que arrastra un problema: su padre ha sido un delincuente y entonces no puede controlar su naturaleza agresiva. No solo faja a los malhechores que atrapa sino que vive obsesionado con ciertos peces gordos. En realidad, son una proyección más del fantasma paterno. Un día se pasa de mambo y tras matar a un sospechoso, entra en el doble juego de ocultar el crimen y participar de la investigación (un año más tarde, Joseph Losey plantearía algo similar en The prowler, vista en excelente copia en el último Festival de Cine de Mar del Plata). Estamos ante el típico cuadro en el que la corrupción y la inmoralidad forman parte de la ley, y donde la conciencia de los personajes deviene en un péndulo que pone en crisis la identidad. Stanton vacilará entre decir la verdad para no perjudicar a un inocente y su propio interés por salvarse el pellejo, a pesar de que el estigma de su existencia lo atormente (“Mi padre era un ladrón. Yo he luchado toda la vida por ser diferente a él.”). En ese camino entre golpes y dudas, y décadas antes de que Jack Nicholson lleve una venda en la nariz en Barrio Chino de Roman Polanski, Stanton deambulará por las calles con su estampa de detective averiada (brazo roto y apósito en la cara). Una de las notas destacadas de la película es la presencia de Ben Hecht en el guión (el “Shakespeare del Cine Negro” según Selznick), quien en su labor como periodista conocía al dedo el mundo de los bajos fondos. A diferencia de ¿Ángel o diablo?, aquí la crueldad y la violencia ya no son un asunto decoroso. Han llegado para instalarse.

PROGRAMACIÓN COMPLETA DEL CICLO

Por Guillermo Colantonio
@guillermocolant

 

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