Críticas: El aviador (2004), de Scorsese – A favor y en contra

El aviador / The aviator (Estados Unidos – 2004)

Dirección: Martin Scorsese / Guion: John Logan / Fotografía: Robert Richardson / Música: Howard Shore / Diseño de producción: Dante Ferretti / Edición: Thelma Shoemaker / Intérpretes: Leonardo DiCaprio, Cate Blanchett, Kate Beckinsale, John C. Reilly, Alec Baldwin, Alan Alda, Jude Law, Matt Ross, Gwen Stefani, Ian Holm / Duración: 169 minutos.

LA EPOPEYA DE VIVIR

Por intensa, la de Howard Hughes es una especie de “historia más grande jamás contada”. Con una fortuna inicial de algo más que un millón de dólares y la empresa familiar, a Hughes le alcanzó para filmar las películas más caras y espectaculares, para diseñar el avión más grande y para ser el hombre más rápido del mundo además del primer multimillonario. La gran fortaleza de Hughes convivió con su mayor debilidad y residía en su mente.

El guión escrito por John Logan respeta el carácter inabarcable de la historia de Hughes. Por eso, luego de un breve prólogo en que vemos a Hughes de pequeño sobreprotegido por su madre en los tiempos del cólera, la historia se centra en dos períodos particularmente creativos en la vida de Hughes.

En primer lugar vemos el accidentado rodaje de “Hell`s Angels”. La marca más notable de Hughes radicaba según puede apreciarse en la convicción con que hacia las cosas y la sobrada confianza en si mismo. En ese sentido durante los años que llevó la producción de “Hell`s Angels” vemos como a Hughes no le tiembla el pulso y decide hipotecar su compañía para poder terminar la película.

Luego de describir brevemente sus relaciones con las mujeres (especialmente con Katharine Hepburn), los primeros ataques mentales y un largo anecdotario de hechos que ayudan a describir su personalidad la película gira hacia el otro momento fundamental. Promediaban los años cuarenta, el era accionista mayoritario de la aerolínea TWA y quería competir con Pan Am que monopolizaba los viajes intercontinentales. Hughes ya había pasado un largo período recluido en su casa pero sale para librar esa batalla contra el senador Owen Brewster, un aliado de Pan Am que investigó a Hughes por corrupción.

A veces el azar cruza a un actor con el papel de su vida o al menos con el que redireccione su carrera. No es el caso de Di Caprio ya que él fue uno de los principales impulsores del proyecto, desarrolló el guión junto a Logan. Di Caprio se quedó con la mejor parte, la de darle vida a Hughes, y desplegó el enorme talento que tantas veces supo esconder.

La elección del reparto y la dirección de actores son estupendas, esto explica el nivel superlativo de las actuaciones. En este contexto sobresale Cate Blancett, quien tiene la difícil labor de encarnar a Katharine Hepburn, una persona omnipresente en la memoria colectiva, inmortalizada en las películas que protagonizó y que le valieron cuatro premios oscar sobre doce nominaciones entre 1934 y 1981. Blancett es Hepburn en esencia, los gestos, la voz, uno cierra los ojos y Katharine Hepburn nos habla una vez más gracias a este trabajo incalificable de Cate Blanchett. También están impecables Alan Alda personificando al senador Brewster, Ian Holm, John Reilly y para sorpresa de más de uno, Alec Baldwin no desentona.

Para que esta historia pueda llegar a los niveles de perfección descriptos hacía falta la caligrafía precisa y maravillosa de Martin Scorsese. El realizador da muestra una vez más de su talento para lograr una narración fluida de plena belleza. Además a Scorsese no le tiembla el pulso a la hora de retratar personajes que viven al borde de si mismos. Pienso especialmente en Travis, el protagonista de «Taxi Driver» y en Jake La Motta cuya vida retrató en el biopic «Toro salvaje». En “El aviador” Scorsese es el nexo que logra que cada engranaje encaje perfectamente y los rubros técnicos, de una corrección asombrosa sean totalmente funcionales a la narración cinematográfica.

Una porción de esta “historia más grande jamás contada” permanecerá oculta, pero a lo largo de casi tres horas de película accedemos a las principales motivaciones que llevaron a Hughes a ganarse un lugar importante en la historia del cine de Hollywood y de la aviación. Y a través de las fobias, amores, glamour y excentricidades comprendemos el carácter mítico de su epopeya de vivir.

Por Fausto Nicolás Balbi
fausto@cineramaplus.com.ar

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No hay caso. El Oscar siempre llega tarde y mal. Martin Scorsese, quien varias veces quedó al borde de obtener el premio mayor, podría recibirlo no sólo por su película más fallida sino también más impersonal.

Porque hay que dejar una cosa bien en claro. El hecho de que El aviador no sea un proyecto propio (el guión – escrito por John Logan – es completamente ajeno y en principio iba a ser filmado por Michael Mann, quien cedió la dirección y quedó sólo como productor ejecutivo) no significa nada. Cabo de miedo, por ejemplo, también era un trabajo por encargo (iba a ser dirigida por Steven Spielberg) y sin embargo Scorsese consiguió imprimirle con brillantez su sello propio.

Nada de eso pasa con el biopic sobre el multimillonario Howard Hughes, interpretado por Leonardo Di Caprio. Empezando por la particular visión sobre este empresario al que se presenta tan sólo como un pionero de la aviación y la industria cinematográfica, que luchó contra un sistema corrupto que favorecía el monopolio, con la única aparente mancha de tener desórdenes obsesivo-compulsivos. Quedan fuera sus vínculos con el nazismo, su militancia macartista y la forma en que evadió impuestos. El que haya hecho lobbys de toda clase para obtener poderosos contratos con las Fuerzas Armadas es explicado de manera simplista y demagógica, en un discurso final destinado a conmover fácilmente al espectador.

El aviador intenta ser un espectáculo majestuoso sobre un personaje bigger than life, con un despliegue en los rubros técnicos impresionante pero carente de vida, con actores esforzados, imitando en forma casi caricaturesca a la figura de cartón que le toca (son ejemplificadores los casos de Di Caprio encarnando a Hughes y Cate Blanchett a Katharine Hepburn) y una explicación casi anecdótica de los trastornos padecidos por el magnate Howard, que incluyen una fijación con la limpieza y los gérmenes, tendencia al aislamiento, repetición de frases sin parar, etcétera, etcétera. Es en este punto en que el filme se parece mucho a Una mente brillante, que ¡oh casualidad! finalmente se llevó el Oscar.

Las marcas autorales de Scorsese desaparecen por completo. Si hasta sus películas más discutidas como Pandillas de Nueva York eran indiscutiblemente suyas, El aviador pudo haber sido filmada por cualquier director con cierta capacidad e inventiva. El tratamiento sobre la mujer como un ser puro e inalcanzable es reemplazado por el machismo y el fetichismo; los travellings narrativos son disfrazados de despliegue arrollador sin significado alguno; la posición distanciada se transforma en una total identificación con el protagonista en cuestión; la violencia (contenida o no) es domesticada por los tics psicológicos de Di Caprio-Hughes; la exploración sobre la amistad es dejada de lado por las relaciones laborales y los romances pasajeros y coleccionables; la crítica irónica y sutil a la corporación política transmuta en exabruptos hacia la clase intelectual y un discurso cercano a lo fascista.

Haciendo referencia a Francis Ford Coppola, Scorsese decía que a él también le importaban más los personajes que las proezas técnicas. Con su última película hizo exactamente lo contrario. Y está a punto de ser premiado por ello.

Por Rodrigo Seijas

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