Crítica: La tierra y la sombra (2015), de César Augusto Acevedo

La tierra y la sombra (Colombia / Francia / Holanda / Chile / Brasil – 2015)

Guion y dirección: César Augusto Acevedo / Fotografía: Mateo Guzmán / Intérpretes: José Felipe Cárdenas, Haimer Leal, Edison Raigosa, Hilda Ruiz, Marleyda Soto / Duración: 97 minutos.

POLVO EXTERMINADOR

Un hombre camina por un sendero desierto con una pequeña valija, hasta que la bocina de un camión lo hace apartarse. Guarecido entre las plantaciones, el vehículo pasa con velocidad y levanta un polvo que invade todo el ambiente. A los pocos segundos y ya con cierta claridad en el aire, el hombre continúa con el regreso postergado a su hogar.

Esta es la primera escena de La tierra y la sombra, y en esos escasos minutos ya se divisa la lógica que atravesará toda la película: un vínculo entre la desolación humana y la naturaleza dado por el deterioro, la alteración, cierta regularidad y las consecuencias de la supremacía de una sobre la otra. El paisaje que alguna vez estuvo rodeado de fincas y casas de familia, ahora sólo es un recuerdo; en su lugar quedaron esos espacios vacíos y quemados de las plantaciones de caña, con la salvedad de una casa que ya empieza a percibir las desgracias tanto del trabajo insalubre como del ambiente arrasado.

De esta forma, ese polvo aparecerá reconfigurado en cada instancia: como algo natural, como fuente de enfermedad, como resultado de la destrucción; mientras que la naturaleza también manifiesta vida cuando, por ejemplo, Alfonso (el hombre del principio) le enseña a su nieto cómo cantan los pájaros.

El otro aspecto remarcado por el director colombiano César Augusto Acevedo, son las relaciones sociales centralizadas en esta familia. Hay dos hilos conductores: por un lado, Alfonso, quien regresa a la casa porque su hijo Gerardo está enfermo y es un desconocido para todos; por otro, Alicia, su ex mujer, quien no puede concebir la idea de marcharse, ni siquiera para el beneficio de la salud de Gerardo. Ambos ejes se entrecruzan y complementan para fortalecer el descubrimiento entre abuelo y nieto así como la unión entre Alicia y Gerardo. Sin embargo, todos los personajes están construidos con elipsis, por retazos y es el espectador quien debe configurar la memoria con aquello que ve en pantalla.

Por otra parte, serán las mujeres quienes salen a trabajar en la plantación, mientras que los hombres no pueden ya sea por enfermedad, por edad o porque deben cuidar de ambos y atender la casa.

El polvo crece en intensidad con cada resignificación hasta volverse indomable junto al fuego y la desolación parece fagocitar todo a su paso, entonces ¿Cómo sobrevivir a la propia mano del hombre? Y peor aún, ¿cómo resistir al recuerdo de lo ya no es?

Por Brenda Caletti
@117Brenn

 

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