El viento que arrasa (Argentina / Uruguay – 2023)
38MarDelPlataFF: Competencia Latinoamericana
Dirección: Paula Hernández / Guion: Paula Hernández, Leonel D’Agostino / Producción: Hernán Musaluppi, Santiago López, Diego Robino, Lilia Scenna, Natacha Cervi, Sandino Saravia Vinay / Fotografía: Iván Gierasinchuk / Montaje: Rosario Suárez / Música: Luciano Supervielle / Intérpretes: Alfredo Castro, Sergi López, Almudena González, Joaquín Acebo / Duración: 94 min.
“El viento que arrasa” nace en el año 2012 como una novela se la escritora Entrerriana Selva Almada, una novela madura, un texto instalado en la sensorialidad del espacio, de los personajes y sus cuerpos abatidos por el calor, del viaje, de los vínculos y atravesando todo como una estaca, la fe, la religión, Dios, que quien sabe sino está en todas partes. El filme –si miráramos la obra literaria y la película como en un dialogo– también se presenta maduro en sus formas, como si se fueran decantando otras de sus búsquedas anteriores -formales, emocionales- siendo este el séptimo largometraje en de Paula Hernández en su carrera como directora cinematográfica.
La trama se abre intensa en un contexto de provincia, el intenso mundo chaqueño, que se nos impone en un clima narrativo incómodo, polvoriento, azotado por el calor, la humedad y el encierro dentro del auto en el que viajan el Pastor Pearson y su hija Leni que lo acompaña en este derrotero de misión evangelizadora. Pero en el inicio del viaje, el automóvil se avería y deben terminar buscando una solución en el taller mecánico del patrón Bauer y su empelado –o protegido– un adolescente de pocas palabras, Tapioca.
En el proceso de reparación que se extiende en el tiempo casi inmedible en días u horas reales, es que se despliega poco a poco la maquinaria de los vínculos, que marca el universo en el mismo texto de Almada, pero que aquí Hernández lo pone en movimiento con una fuerza y una precisión destacables. Como si se decantaran sus búsquedas, criticas, conflictivas, deseantes y hasta desbordadas como en su filme Los sonámbulos, con sus rostros excesivos y la perdida de la razón de esos afectos que pendulan como un reloj que ha perdido la hora y el tic tac.
En El viento que arrasa los hilos se conectan enlazando un tejido de complejos cruces: padre e hija, patrón y empleado, el Pastor y su Dios, y así multiplicando estos binomios entre sí. La clave que lleva a los personajes a un territorio nuevo es el del universo de la fe, que nace de la boca del pastor y se hundirá en la mente de Tapioca, como un saber desconocido, como una suerte de liberación posible, como un sueño de salvación, pero al mismo tiempo un terror, la incógnita tanto de la vida como de la muerte.
En esta cosmogonía Hernández revela una nueva forma del “hablar audiovisual” que ahora se abre como un abanico expresado en la plástica de las imágenes –por ejemplo, el rojo dominando planos en sus matices– y los sonidos que hacen de estos personajes no solo los caracteres de otro drama familiar, acá la idea de familia se enlaza al misticismo de estos monólogos evangelizadores, y hace de esto, una metáfora, un terreno de otros símbolos y ante todo otra poética de la autora. Sobre el futuro, el ayer, y el misterio de El otro.
Nuestro Puntaje: 9
Por Victoria Leven
@LevenVictoria