Crítica: Blue My Mind (2017) de Lisa Bruhlmann

Blue My Mind (Suiza – 2017)
San Sebastián 2017: Nuev@s Director@s
IFFR Roterdam 2018: Voices
20 BAFICI: Competencia Internacional

Dirección y Guion: Lisa Brülhmann / Producción: Stefan Jäger, Katrin Renz, Filippo Bonacci / Dirección de fotografía: Gabriel Lobos / Edición: Noëmi Preiswerk / Música: Thomas Kuratli / Intérpretes: Luna Wedler, Zoë Pastelle Holthuizen, Regula Grauwiller, Georg Scharegg / Duración: 97 Minutos.

Imaginemos un sándwich de jamón (la elección es totalmente arbitraria). Uno de los panes es El gran pez de Tim Burton; el otro, La forma del agua de Guillermo del Toro. Y en el medio, el fiambre es esta película sobre una adolescente que progresivamente irá mutando en una especie de sirena.

Mia tiene 15 y no encaja en el mundo. Se ha mudado y por ende tiene que ir a un nuevo colegio donde, como suele ocurrir en el ámbito estudiantil, todo apesta. Allí conoce un grupo de chicas y el deseo por pertenecer al círculo la lleva a los excesos y a unos cuantos líos. Esta primera parte goza de una particular energía, sin embargo, la mirada de la realizadora no escatima en elementos sórdidos cuya acumulación desgasta, sobre todo porque quienes forman parte de este universo parecen no tener otro objetivo que degradarse. Los placeres y las relaciones afectivas están mostradas de modo uniforme, como si el mundo en su totalidad fuese un lugar asqueroso para los jóvenes. Aún aquellas situaciones que se prestan al riesgo del juego y a los desafíos rebeldes, son variaciones del maltrato perpetuo. Además, los clisés sobre los adultos poco comprensibles no ayudan demasiado.

En medio de ese registro cotidiano, la fantasía gana terreno desde el momento en que la protagonista descubre que su cuerpo se va transformando. Entonces, lejos de la ternura de Burton y más cerca de lo fantástico berreta de Del Toro, la metamorfosis pasa a ser el tema, ahora con ribetes sobrenaturales. El problema es que el carácter alegórico pide a gritos ser reconocido y, más allá de la tristeza por asumir una condición de diferente, de no encajar en el mundo de los humanos, prevalece esa peligrosa invitación a asociar este desmadre con los cambios hormonales que las mujeres deben afrontar en la vida. Como elemento a favor puede resaltarse el uso de la banda sonora, potente, y la estética visual en cuanto a las escalas cromáticas. Y en todo caso, también agradecer que, pese a todo, no hay moraleja enchufada.

Por Guillermo Colantonio
@guillermocolant

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