Crítica: Méandre (2020), de Mathieu Turi – MDPFF35

Méandre (Francia – 2020)
35 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata: Panorama Hora Cero

Dirección y Guion: Mathieu Turi / Producción: Eric Gendarme, Sandra Karim, Thomas Lubeau / Música original: Frédéric Poirier / Fotografía: Alain Duplantier / Montaje: Joël Jacovella / Intérpretes: Gaia Weiss, Peter Franzén / Duración: 87 minutos.

Los primeros diez minutos de Méandre tienen el pulso efectivo de un posible slasher. El día del aniversario de la muerte de su hija, una mujer merodea por un camino asfaltado. Evalúa la idea de suicidarse o no. Finalmente un vehículo manejado por un desconocido se acerca y ofrece llevarla. La escena termina abruptamente y lo que sigue a continuación es otra película. Una con una estructura narrativa tan rígida como el espacio donde transcurre. Una que ya vimos miles y miles de veces. De modo que la joven despierta adentro de una habitación futurista, vestida con un traje de nylon espacial y una pulsera luminosa en una de sus muñecas que marca una cuenta regresiva. El objetivo es claro y gracias a sagas como Cube y a Saw, lo conocemos bien: la misión del personaje no es otra que la de intentar escapar de allí de la manera que sea, en caso su contrario, su vida corre peligro. No es difícil pensar en Méandre como una historia articulada bajo la lógica del videojuego. De ella, no conocemos nada. No tiene nombre ni personalidad. Solo sabemos que es mesera y carga en sus hombros la tragedia de su hija. Es más un conejillo de indias al que vemos sufrir mientras recorre y supera los obstáculos que se le van apareciendo en ese laberinto metálico.

Por más previsible que parezca, Mathieu Turi practica momentos de gran tensión que le suben el termómetro a la frialdad calculada de las trampas y nos hacen olvidar un poco el odio que le tiene a su protagonista. Porque si en un principio todas las pistas apuntan a que el culpable detrás es alguien lo suficientemente sádico para ver y disfrutar como una mujer lucha por no morir ahogada o incinerada y con su cuatro extremidades intactas, un punto de giro a mitad de narración va a desplazar esta idea. Se nos revela entonces que el mal es inmaterial pero no es tan malo como parece y que las torturas pueden ser una forma algo retorcida de ayudar a la víctima. ¿En serio es necesario tamaño dolor para alcanzar la redención? ¿Tanto cuesta la superación personal? A la típica survival movie, le va a injertar una veta pedagógica digna de un manual de autoayuda para explicarnos que la culpa puede ser saldada con sufrimiento y que después de todo, si uno se esfuerza lo suficiente, siempre habrá una luz al final del túnel esperando. De modo que en definitiva todo termina siendo una gran alegoría creada a gusto y capricho de su director donde pueden convivir un cadáver putrefacto desparramado en un pasillo, un monstruo antropomórfico que no deja de perseguirla y un útero gigante del cual debe salir antes de que la ataquen unos espectros desconocidos. En fin, metafísica new age barata y lo desmedidamente violenta para no querer superar nada.

Por Felix De Cunto
@felix_decunto

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