Crítica: El ciervo inútil (2023), de Fernando Lacolla – BAFICI 24

El ciervo inútil (Argentina – 2023)
24 BAFICI: Competencia Argentina

Dirección y Guion: Fernando Lacolla / Producción: Renata Falchetto / Fotografía: Ezequiel Salinas / Edición: Martín Sappia / Diseño de arte: Carolina Vergara / Música: Esteban Costilla Rozzi / Intérpretes: Federico Liss, Rubén Gattino, Víctor López, Pola Halaban, Axel Prato / Duración: 74 minutos.

El negocio inmobiliario y las miserias y mezquindades que trae aparejada cualquier actividad mercantil parece ser el tema El siervo inútil. Sin embargo, podría a su vez pensarse que es el de la ambición, la de su protagonista, la de su suegro, la de ese hombre mayor que lo apadrina, pero también el de esos trabajadores pobres que quieren finalmente salir de su situación actual. De esta manera, el filme podría ser una mezcla entre Wallstreet (Oliver Stone, 1987) y (spoiler alert) Plata dulce (Fernando Ayala, 1982), pero con el condimento de lucha de clases ausentes en estas.

Luca es un agente inmobiliario encargado de hacer ventas de pozo para un mega emprendimiento de torres en terrenos del ferrocarril en Córdoba Capital del que su suegro es principal inversor y su propia esposa trabaja en diseños y publicidad. A la par de los enormes márgenes de ganancias que va a dejar el emprendimiento también avanzan dos problemas: uno, de permisos municipales y el otro, más corpóreo, el de desalojar a un grupo de familias que hizo de esos trenes abandonados su hogar.

Luca no parece tener opinión política formada al respecto de estos problemas; son sólo eso, problemas que hay que resolver si se quiere avanzar con la obra. Pero poco a poco el devenir de los acontecimientos lo enfrenta con el problema moral, del cual se libera rápidamente dejando que la avaricia lleve la antorcha del progreso quemando todo a su paso. Otra situación lo enfrentará con un problema en cierto aspecto análogo: un viejo conocido, que lo va a ayudar con los papeles municipales, le exige a cambio una serie de favores referentes a un campo de soja en el interior de la provincia. En esa estancia se desarrollará un fuerte conflicto con los peones que, mientras tanto, viven y trabajan allí. El accionar de Luca es el mismo que en el caso anterior: primero siente remordimiento y una suerte de empatía con este grupo de personas en situación de vulnerabilidad, pero luego hará “lo que hay que hacer” para que el capital siga su camino, inconmovible.

El filme no pretende en ningún punto sorprender, es previsible desde el inicio y eso queda reforzado por una subdivisión en capítulos cuyos nombres no dejan lugar a dudas de lo que va a acontecer en lo próximo. Es ni más ni menos que una historia de auge y caída pero si bien el punto de vista es el de este joven “emprendedor”, empatizamos más con los perdedores de siempre en este tipo de historias (y de la Historia): los pobres. El director logra ponernos en la piel de su protagonista sin, por esto, ponernos de su lado.

El hecho de estar filmada en Córdoba le da el plus de mostrarnos otra realidad de una problemática que ocurre en casi todas las grandes ciudades pero que el cine usualmente emplaza en Buenos Aires. El siervo inútil es tanto un filme sobre la ambición sin límites como sobre las luchas intestinas dentro de una clase social privilegiada donde las clases bajas no son más que el daño colateral.

Por Martín Miguel Pereira

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