TV: Crítica de «Quarry»

Quarry: Temporada 1 (Estados Unidos – 2016)

Creadores: Michael D. Fuller, Graham Gordy / Basada en la novela de: Max Allan Collins / Producción: Joe Incaprera, Alan C. Blomquist / Intérpretes: Logan Marshall-Green, Jodi Balfour, Damon Herriman, Edoardo Ballerini, Nikki Amuka-Bird, Peter Mullan, Josh Randall, Chloe Elise / Compañías productoras: NightSky Productions, Anonymous Content / Episodios: 8 / Cadena original: Cinemax / Distribución en Latinoamérica: Max Prime (Canal de HBO).

NACIDO PARA MATAR

Un ex combatiente de Vietnam vuelve a casa pero no logra re insertarse en la sociedad. Un contratista desconocido aprovecha su situación para ofrecerle trabajo de asesino a sueldo. Difícil que esta sinopsis no llame la atención de cualquiera al que le gusten las series de acción; hasta podemos imaginarnos los posibles conflictos capítulo a capítulo. Pero de una sinopsis, que no es más que una declaración de intenciones, a la obra terminada hay un largo y arduo camino que transitar y muchas decisiones que tomar. “Quarry” toma todas las correctas.

La serie comienza con un flashfoward típico de los relatos de acción del siglo XXI: un momento de acción cúlmine para devolvernos al pasado con la pregunta “¿Cómo se llegó a esto?”. Pero a diferencia de su uso típico en este formato, el flashfoward no refiere al final del primer capítulo (caso “Breaking Bad”, Walter White en calzoncillos filmándose en el desierto) sino al final de la primera temporada. Esa información queda flotando durante todos los capítulos y sirven de horizonte de expectativas.

El relato se sostiene a partir de un uso muy preciso e ingenioso de la “dramaturgia de los objetos”. El agua juega un papel primordial y es el nexo entre Vietnam y Memphis, ciudad a la que regresa Quarry; en el agua comienza y termina la temporada. Lejos de ser un espacio de reflexión y, cuando no, metáfora de crisis, el agua parece ser el espacio natural del protagonista, ex campeón de natación y constructor / técnico / vendedor de piletas. El nado también une a los Estados Unidos con Munich, sede de los Juegos Olímpicos más recordados por el ataque terrorista de “Septiembre Negro” que por los eventos deportivos, sin embargo, allí compite un amigo de Quarry. Y allí ya tenemos configurado el mundo estadounidense de ese 1972: islas ideológicas rodeadas de la inmensidad.

Otros objetos se utilizan para definir personajes o situaciones, al mejor estilo hitchcockeano. La ausencia de un disco representa la infidelidad, el bolsito de cuero remite al mundo criminal en el que Quarry está ingresando, la máscara oriental trae al protagonista al pasado. Todo funciona con una coherencia excepcional y una precisión de relojería durante toda la temporada.

La serie es un inusual relato anti-bélico, pues no sólo muestra a los típicos personajes “locos de la guerra”, aquellos que aman el olor del Napalm por la mañana, sino que pone el acento en otros que simplemente viven mejor en estado de guerra que en la civilización y no por violencia reprimida o ansias de poder. Hay diferentes mundos conviviendo en cada sociedad y hay gente ideal para cada uno, pero esta sobre-adaptación les impide cambiar para sobrevivir.

Por Martín Miguel Pereira
redaccion@cineramaplus.com.ar

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