Festival UNCIPAR: Jornada 1

Con la sala del teatro La Torre colmada, se inauguraron este sábado las 38ª jornadas de cortometrajes organizadas por UNCIPAR.

Abrió la cita el intendente de Pinamar, Martín Yeza, quien se refirió a la posibilidad del relato breve como narración, al mencionar al que tal vez sea el cuento más corto. Citó Yeza al conocido texto de Ernest Hemingway  For sale: baby shoes, never worn (Vendo zapatos de bebé, sin usar). Este texto, agregó, admite múltiples interpretaciones y dispara la imaginación de cualquier lector / espectador. Por ese motivo concluyó que, en tiempos en los cuales se habla del surgimiento de formatos nuevos, el cortometraje tiene hoy la posibilidad de encontrar un reconocimiento, más allá de la duración tradicional en el cine.

En la jornada se presentaron dos tandas de cortometrajes nacionales. En esta competencia el jurado está conformado por Laura Casabé, Alejandro Giuliani, Gustavo Taretto, Pablo Sala y Máximo Soto.

Lo que sin dudas dejó en claro esta primera jornada es que los realizadores conocen los registros sobre los que trabajan. No se advierten grandes problemas en los guiones y las producciones cuentan con un trabajo muy correcto. No hay deficiencias en el orden técnico y narrativo. Esta perspectiva habla del buen momento del cortometraje y de ciertos interesantes rasgos que se proyectan sobre el futuro del cine nacional.

Mirando como totalidad la primera de las tandas (“La variación de López”, “Durazno”, “Daño moral”, “Salir”, “Ronko”, “Zootropo” y “Breve historia en el planeta tierra”), el elemento a destacar es  que los realizadores encuadran sus películas en alguno de los diversos géneros del cine. Suspenso, terror, comedia, por ejemplo. Incluso apuestan a recuperar ciertos relatos míticos como base de los guiones. Esto habla de una búsqueda de los jóvenes realizadores más allá de las miradas autorales o reconcentradas hacia el interior de los personajes.

La variación de López” de Pablo Parra, es una variante de la historia del doctor Fausto, que permite pensar de un modo interesante el alcance de ese acuerdo con el diablo, tanto como el sentido de la venganza. ¿Cuál es el sentido de pretender transformarse totalmente siendo ya un adulto? ¿Cuánto puede cambiar aquel que decide dejar todo el pasado atrás y convertirse en otro hombre? He ahí lo que pregunta el diablo, que sabe por diablo, pero más sabe por viejo. Un conjunto de buenas actuaciones, un buen manejo del suspenso y una dosis de aire borgeano en el duelo final sostienen a esta buena película de Parra.

La venganza es también el tema de “Durazno” del Francisco Ríos Flores y “Daño moral” de Gonzalo Bazilo. Dos registros bien diversos. “Durazno” adopta el espacio dramático de las tradiciones míticas del norte argentino. Ríos Flores cuenta un triangulo amoroso, que no es, que apenas se intuye, pero que late en la vecindad y entre comadres. Una señal venida de aquellas creencias es la que hace visible aquello que permanecía oculto.

Daño moral” es un clásico cuento corto. Impecablemente estructurado, la película de Bazilo habla de la venganza casi perfecta, del dolor y del amor eterno. La venganza es, sin dudas, aquello que se explica perfectamente con la frase “el que ríe último, ríe mejor”. El realizador maneja con precisión el relato, los tiempos, el ritmo y las actuaciones, al servicio de lograr que aquello que es simple, se luzca en el último plano.

Insoportable, intolerable, vengativo y demagógico es “Ronko” de Carlos Montoya. Alguien dijo, al finalizar la proyección: “Que pollerudo el director”. ¿Qué culpa tenemos aquellos hombres que ya no somos los jóvenes de ayer? ¿Aquellos que roncamos? ¿Los que tenemos ciertas impunidades escatológicas? Lo cierto es que a partir de la técnica de stop motion y mucho humor e inteligencia, el realizador habla de una noche, un momento, un instante, en que una mujer advierte que nada es lo que es. La mujer que no puede dormir y descubre que aquel deseo original no tiene nada que ver con el presente, representado por su marido, dormido y roncando de un modo insoportable. ¿Qué ocurre en ese preciso instante en que se percibe que la felicidad parece haberse quedado olvidada en una foto de tiempos felices en la mesita de luz? ¿Qué pasa si el deseo de esa noche de insomnio se vuelve realidad?

Con la actuación de Roly Serrano, actor personaje, personaje actor, “Zootropo” es una pequeña comedia romántica. Atravesando el teatro de variedades, el cine mudo, los recursos de la imagen sobre impresa y la tecnología moderna para integrar animación y personajes vivos, la película de Damián Dionisio y Maxi Bearzi cuenta la historia de una troupe viajera, un romance callado y un típico “dueño del circo” autoritario y soez, de un modo bello y sensible.

La segunda tanda de cortometrajes presentó, por suerte, un panorama más heterodoxo. Comenzó con la pequeña pieza documental “Intermission” de Azucena Losana, la única presentada hasta ahora en su género. El corto es un sentido y bello homenaje a un hombre hecho de cine, Daniel Vicino. Contada en planos que comparten la pantalla, que aparecen y se van, y la voz de Vicino en off, la obra es una pequeña canción amorosa para un hombre sincero.

El dorado de Ford” de Juan Fernández Gerbauer es por el contrario una pequeño melodrama que se entrama a partir de una suerte de lejano grotesco. El realizador cuenta con un especial talento para contener las sobre explicaciones, tanto como los rasgos explosivos que subyacen en el material con el que trabaja. Fernández Gerbauer cuenta la historia de un hombre joven, torpe, extemporáneo, que recibe de su padre muerto un último recuerdo: una caja de pesca con el anuncio del premio para quien logre pescar el dorado de Henry Ford, un pez mítico que ronda por el litoral argentino. De la mano de un pescador experto, que no es más que un remedo de lo que alguna vez pudo haber sido, remota el río y enfrenta al pez, que es una sombra cinematográfica, un espectro amenazante. Historia de historias, “El dorado de Ford” es la construcción del padre que no estuvo, el hijo que no fue y la despedida a la que el joven no llegó. En clave de comedia absurda, el melodrama se hace impecable y silente.

Para destacar de esta primera jornada es sin dudas la excelente “Diamante mandarín” de Juan Martín Hsu. En algún lugar del tejido urbano de Buenos Aires, en diciembre de 2001, los supermercados de barrio, los “chinos”, fueron saqueados, muchas veces por sus propios vecinos desesperados. Hsu cuenta los días de encierro de una familia china ampliada, que decide cerrar el supermercado hasta que pase el temblor. En esos días lo que ocurre pasa en el exterior y es una amenaza. El fuera de campo reconstruye el adentro a partir del sonido, de las miradas que buscan lo que no se ve, de la quietud y del tiempo de una espera que no tiene cuando. Es allí, cuando el afuera amenaza la vida y el tiempo no ocurre, en que lo que se vive en el adentro aparece. Jerarquías, mandatos, relaciones, deseos negados. Mundos afuera y adentro, amenazas a la vida y al orden que construye un equilibrio, contados con un trabajo de planos y montaje certeros, además de un plantel actoral inobjetable. Un párrafo aparte merece el miedo atávico que infunde la escena de apenas unos segundos de la chiquita patinando en el supermercado vacío. Hsu demuestra mucho talento para contar, mucha inteligencia para analizar y una gran capacidad para exponer cuestiones de una cultura que nos es cercana en lo cotidiano y siempre ajena.

La reflexión que nos queda es la ausencia de documentales en esta edición de la muestra. Pero eso será tema de la nota de cierre del festival, que abrirá lugar a algunas polémicas que ya están haciéndose presentes en los pasillos de esta 38ª edición de UNCIPAR.

Por Daniel Cholakian
@d_cholakian

 

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