El Rati Horror Show

El Rati Horror Show (Argentina – 2010)

Guión y dirección: Enrique Piñeyro / Codirección: Pablo Tesoriere / Fotografía: Sol Lopatín / Música: Eduardo Criscuolo / Edición: Germán Cantore / Dirección de arte: Lorena Maggi / Con Enrique Piñeyro, Germán Cantore, Agustín Negrussi y Andrés Bagg / Duración: 90 minutos

Un documento de nuestra época

Recientemente tuve que estudiar para un final de la carrera de Artes la concepción de documento-monumento. Resulta que al principio se diferenciaba al documento del monumento: el primero poseía una dosis de objetividad y verosimilitud muy fuerte, funcionaba como prueba fehaciente de lo que ocurría en un momento determinado de lo que ocurría en un período determinado de la Historia, mientras que el segundo era claramente producido por la sociedad y el momento que se estaba estudiando, era construido para la posterioridad y tenía una fuerte carga de subjetividad. Luego, con la aparición de la Escuela de los Annales, se empezó a manejar el concepto de documento-monumento: es que todo documento que se estudiaba tenía de por sí características subjetivas, orientadas hacia una determinada posición. No se les podía adjudicar imparcialidad, sino todo lo contrario. Menos aún con el hecho de que podía ser visto de distintos modos según quién lo estuviera analizando.

¿A qué viene todo esto? A que El rati horror show se comporta claramente como un documento-monumento. Pineyro baja línea con toda la fuerza posible, se planta en cámara con una opinión ya establecida, es claramente tendencioso. Eso es innegable. Pero también, como nunca, utiliza los procedimientos cinematográficos y demás dispositivos tecnológicos a favor de crear una impresión fortísima de verdad. Las pruebas que ofrece, una por una, explicadas paso por paso, con una fundamentación precisa y coherente, van desarmando toda resistencia. Es imposible quedarse indiferente frente a los hechos, que son exhibidos primero según la construcción oficial, luego deconstruidos y finalmente rearmados tal como ocurrieron. En el medio, nadie se salva en la volteada.

Es así que el filme es, sí, indudablemente un documento-monumento, que parte de una subjetividad determinada, sino que además, dependiendo de quien lo mire, puede ser visto de distintas formas. Pero su análisis y posicionamiento es tan poderoso, que por momentos es nada más y nada menos que un documento, un elemento, un instrumento, una herramienta que pinta con crudeza las miserias de nuestra era. Estaremos en democracia, pero alguna gente se sigue manejando como si estuviera en la dictadura, nos dice el filme de Pineyro. Los derechos humanos se siguen violando, los medios construyen opiniones arbitrarias, las estructuras del poder político se confabulan para autoprotegerse y arruinar la vida de una familia con total impunidad.

El rati horror show es una película tan agobiante como entretenida, tan difícil como necesaria, que va con los tapones de punta y dice las cosas por su nombre. Y cuando se hace eso, no hay discurso políticamente correcto o argumento a favor de la mano dura que valga. Sólo queda un diagnóstico demoledor. Algunos podrán decir que no alcanza con diagnosticar, que hay que ofrecer soluciones, pero tiene sus méritos la táctica utilizada por Pineyro, porque explicita cosas ya sabidas, pero que necesitan urgentemente ser dichas en voz alta, recurriendo a un hecho particular que inmediatamente adquiere resonancias generales. No es raro, entonces, que uno, sobre el final, sólo sienta unas bellas, bellas ganas de vomitar…

Rodrigo Seijas
redaccion@cineramaplus.com.ar

Artículos recientes

Artículo anterior
Artículo siguiente

Artículos relacionados

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí