Bruno Dumónt habló sobre «Jeannette», su nueva película

Durante el Laboratorio Qumra, que organiza el Instituto de Cine de Doha, el realizador francés otorgó una entrevista al portal Cineuropa. En ese artículo habló sobre Jeannette, su tan esperada comedia musical sobre la infancia de Juana de Arco. Este verano boreal, el director rodará también con Arte la segunda temporada de la serie de éxito P’tit Quinquin, titulada Coincoin et les z’inhumains, sobre el encuentro del pequeño héroe con un grupo de extraterrestres que invaden el norte de Francia.

¿Podés hablarnos un poco de Jeannette?
Es una adaptación de la obra de teatro de Charles Péguy, que cuenta la historia de Juana de Arco desde su infancia hasta que ardió en la hoguera, pero yo me he centrado exclusivamente en su infancia. La mayoría de las películas hablan de la Juana adulta, pero lo que a mí me interesa es la joven Juana: verla como a alguien que cuidaba ovejas, que llevaba una vida muy sencilla, que era muy sensible a la miseria y a la condena eterna, que ya se planteaba cuestiones muy teológicas y que finalmente se convertiría en el brazo armado de Dios para cazar a los malos de la época: los ingleses. Para hacerlo, he decidido realizar una comedia musical íntegramente cantada, con solo unos cuantos diálogos. Le pedí a Igorrr, un compositor de música electrónica, que se encargara de la música, que es muy moderna, muy post-rock, incluso tiene algo de metal. El coreógrafo Philippe Decouflé se ha ocupado de los bailes. Es un nuevo tipo de cine que no había hecho nunca. Además, he rodado esta comedia musical en directo. Normalmente este género se hace siempre en playback, pero no quería que fuera así, sino que se cantase de verdad, y la han rodado por completo no profesionales.

Participaste por primera vez como tutor en el LAB de ¿Qué te ha llamado la atención?
Me interesa todo lo que me queda lejos. Me desestabiliza mucho, porque se trata de una experiencia física. Es impresionante. Hay que viajar para relativizar lo que uno piensa, para conocer al otro, para observarlo, para comprender su punto de vista. Nos proporciona otro modo de ver, de actuar. Es como una bofetada para no ser arrogante y pensar que la cultura se limita a Occidente.

El verdadero cine de autor es un cine que nos hace conocer al otro

Ya habías mostrado la conexión entre Occidente y el mundo árabe en algunas de tus películas ¿Qué te interesa de este tema?
Yo soy francés, así que lo que me interesa es pensar en mi entorno. Mi trabajo como cineastra francés consiste en hacer películas francesas, de hablar como sea de la civilizacion francesa, y esta sociedad está vinculada al mundo musulmán, porque existe una historia de colonización que la conecta con esos países. Vemos que es un tema recurrente en el debate político y forma parte de nuestra vida. Como soy una persona a la que le gusta abordar el tema del mal, es necesario encarnarlo. ¡El otro siempre es el problema! Todos los países tienen enemigos, somos así: necesitamos tener un enemigo. Intento contar historias totalmente localizadas sobre pequeños individuos. No se trata de reflexiones geopolíticas. No puedo hacer un retrato general, esto no existe. Vemos como las personas viven en el resto de países del mundo, historias muy íntimas de la vida, el amor, el sexo, la muerte… El verdadero cine de autor es un cine que nos hace conocer al otro.

Desde siempre tu cine habla sobre el mal, y ahora nos encontramos en una época en la que el odio y la discriminación crece en todos lados
No hay tanto, siempre es lo mismo. Por así decirlo, las formas del mal son nuevas. Desde la literatura de Sófocles siempre ha sido la misma historia: el robo, las mentiras, el incesto, el asesinato, el amor… No hemos inventado nada. El otro siempre es el problema, porque no es igual que yo, porque quiere hacerse con mi territorio, porque quiere robarme a mi mujer… Somos así, somos guerreros, está en nuestra naturaleza humana.

¿Evocas también este tema en Jeannette?
Por supuesto. Juana de Arco es como todos aquellos que van a la guerra en nombre de Dios. Es una hija de Francia, que crece y que se convierte a la vez en una santa y en una guerrera. Para los franceses la figura de Juana de Arco no es muy clara: no saben si es una fanática católica o una mujer común… Habla mucho de algo que a los franceses les cuesta definir: su identidad. Probablemente ella tiene una identidad mística, pero refleja algo de Francia. ¡Hablar de Juana de Arco es hablar de Francia!

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