Asterisco: Une nouvelle amie (2014), de François Ozon

La nueva novia / Une nouvelle amie (Francia – 2014)

Dirección, Guion: François Ozon / Fotografía: Pascal Marti / Edición: Laure Gardette / Arte: Michel Barthelemy / Sonido: Guillaume Sciama / Música: Philippe Rombi / Producción: Eric Altmayer, Nicolas Altmayer / Intérpretes: Romain Duris, Anaïs Demoustier, Raphaël Personnaz, Isild Le Besco / Duración: 107 minutos.

JUEGO DE REFLEJOS Y RECONOCIMIENTOS

La escena, bastante sutil y breve, se torna paradojal e introductoria del discurso construido por François Ozon: los personajes se sientan en una sala y miran hacia la pantalla, es decir, hacia los espectadores “reales” de la película, como un juego de reflejos y simbologías que ya escapa al dispositivo cinematográfico y que se enmarca en otro contexto aún mayor. Esto es el ámbito social o cultural porque ese instante de reconocimiento entre personajes que ven un filme y los espectadores que los ven a ellos haciéndolo en La nueva novia (Une nouvelle amie en francés) puede pensarse como el pasaje de responsabilidades de los actores y del propio director hacia lo social o cultural, como si de allí en adelante lo mostrado en la pantalla excediera el tratamiento productivo y, en su lugar, el acento recayera en la recepción.

Porque ese es el punto que trabaja Ozon a través de David (Romain Duris), de su secreto descubierto y de cómo se articula esa confesión con la realidad: a los pocos días de la muerte de su esposa Laura, David retoma su necesidad de trasvertirse, de recuperar su femineidad que antes completaba Laura. El nexo es Claire (Anaïs Demoustier), quien se siente aturdida ya que, por un lado, prometió cuidar al viudo y a la beba y, por otro, es la única confesora del hombre.

La nueva novia articula también el deseo y el erotismo desde lo que debe ocultarse o de lo que no puede revelarse pues David no es el único que esconde una verdad; Claire también. La diferencia es que el esposo de su amiga se atreve a expresarlo mientras que la joven lo sugiere por las miradas, los recuerdos de la infancia o su propia imaginación aunque este secreto jamás termina por corroborarse.

De esta forma, Ozon construye su universo a favor de la recepción y en el juego de las dualidades a través de los reflejos, la simbología, el erotismo y la tensión sexual, donde la osadía y el ser se manifiestan en todo su esplendor. Como la canción del club que hace llorar a David en su reconocimiento en esas frases, en la fuerza que lo devuelve, de a poco, hacia la vida y a su elección: allí se reconoce como mujer.

Por Brenda Caletti
redaccion@cineramaplus.com.ar

 

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