The mist (Estados Unidos – 2017) – Temporada 1
Creador: Christian Torpe (basado en una novela de Stephen King) / Producción: Guy J. Louthan, Michael Mahoney, Peter Macmanus / Intérpretes: Morgan Spector, Alyssa Sutherland, Gus Birney, Danica Curcic, Mia Lambert, Okezie Morro, Luke Cosgrove, Darren Pettie, Russell Posner, Frances Conroy, Irene Bedard, Holly Deveaux / Compañías productoras: Dimension Television / Episodios: 10 / Cadena original: Spike / Distribución en Latinoamérica: Netflix.
GUÍA PARA EL ESPECTADOR
«Para reconocer lo bueno hay que haber visto mucho malo», decía Horacio Quiroga quien paralelamente a su oficio literario, supo ser un gran crítico de cine. A su vez, como todo crítico que se precie de tal, creía estar viviendo el peor momento histórico del arte que reseñaba. A comienzos de la década del ’40, en pleno apogeo del cine clásico hollywoodense, supo decir que el séptimo arte se encontraba en decadencia y próximo a su desaparición. Esto se debía, probablemente, a que todos pensamos que el mejor cine (o la mejor época), es el que vimos en la niñez y la adolescencia, cuando comenzamos a cultivar el amor por él. Recordemos a Norma Desmond diciendo: “Yo sigo siendo grande, son las películas las que se volvieron pequeñas”. Entonces, todo lo que venga luego nunca estará a la altura y eso no es culpa de las películas, sino nuestra, que no podemos volver sentir esa emoción primigenia, ese placer freudiano de la primera vez. Sin embargo, muy de vez en cuando, entendemos que asistimos a una nueva época de oro; notamos un crecimiento, una evolución o, directamente, una revolución que puede ser estética, de modos producción, de exhibición o todo a la vez. Eso pasa hoy con las series –así, a secas-, pues ya no se les puede adosar «de televisión».
Es uno de los roles del crítico saber identificar esos momentos, interpretarlos, así como sus movimientos internos; pero existe una tarea aún más urgente en este tiempo de revolución de modos de visionado: ayudar a elegir. A partir de las nuevas plataformas de streaming (Netflix, Amazon, etc.) y la posibilidad de descargar todo tipo de material de cualquier parte del mundo, se podría pensar que la oferta que tenemos hoy es mucho más amplia que en el pasado, lo que nos llevaría a tener una cultura visual mucho más diversa. Empero, esto es un arma de doble filo. La sobre-oferta suele generar un efecto paradójico: el conservadurismo. Cuando uno tiene ante sí una cantidad de material disponible tal que no puede comprender, articular y discriminar, se suele optar por las opciones más conocidas.
No suelo hacer críticas negativas por dos razones: 1. En principio, es mucho más fácil (y por ende menos desafiante) explicar los errores que los aciertos, en general sabemos mejor qué es lo que no queremos que lo que queremos y 2. Ante la enorme oferta es más útil aconsejar qué elegir que denostar una serie a la que quizás nunca le prestemos atención. No obstante lo cual voy a hacer una excepción, pues me va a permitir explicar algunos aciertos de varias series, retomando la frase de Quiroga.
Me dispuse a ver The Mist. Mi motivación provino de mi gusto por el género de terror y por haber disfrutado enormemente el film de Carpenter, The Fog, y su remake (en la que se basa la serie) a cargo de Frank Darabont. Algunos teóricos y estudiosos del guion dicen que los primeros diez minutos definen un film. Creo, por experiencia, que puede aplicarse lo mismo para las series. Estos primeros diez minutos llamados «genéricos» deben, en lo que respecta al guion, presentar a los protagonistas, definir el conflicto dramático, establecer necesidades y motivaciones. En cuanto a la dirección podemos decir que durante la primera secuencia se define una estética y el estilo de actuación. Con todos estos elementos al descubierto ya poseemos suficientes argumentos para decidir si seguimos viendo la serie o si comenzamos a buscar otra opción.
Podríamos decir que en esta serie falla todo lo que puede fallar. Rápidamente nos topamos con unos efectos especiales muy rudimentarios. La niebla, protagonista de la serie, parece hecha de forma casera con un plugin de programa de edición hogareño; eso de por sí no sería el mayor inconveniente. La falta de actores de renombre tampoco condena necesariamente un producto, casos hay de sobra. El problema radica en una dirección de actores que pasa del histrionismo facial exagerado, incluso para el género, a una desafectación que ruborizaría a Bresson y Rejtman. En este punto podemos encontrar que estas falencias no han hecho fracasar otros productos. La mayoría de los incendios de The Walking Dead , son hechos en posproducción y son muy poco creíbles. Pero, en contrapartida, sí lo son los walkers. En cuanto a las actuaciones tampoco cuenta con un staff de renombre y, para colmo, los diálogos poco ayudan. Sin embargo, la construcción de los personajes es bastante compleja y realista, además de contar con una acción brillantemente ejecutada que eclipsa cualquier debilidad.
El guion es, amén de todo lo anterior, el punto en donde The Mist termina de fracasar. Los géneros cinematográficos echan mano generalmente a historias arquetípicas y hasta clicheadas, pero siempre deben mantener una coherencia interna y esa simpleza debe estar al servicio del conflicto. En esta serie pasa algo muy singular: todos los personajes parecen haber visto la película. Apenas aparece la niebla nos da la impresión que ya saben que es maligna, que no se irá y que está habitada por bichos extraños. No hay progresión en el descubrimiento del peligro. Las relaciones entre los personajes tampoco están muy explotadas y se centra demasiado en los protagonistas en desmedro de los secundarios.
Como contra-caso podemos citar a Orphan Black, cuyas cuarta y quinta temporada adolece de muchos problemas de guion y sub-tramas “tiradas de los pelos”. Empero eso se compensa con la excelente construcción de unas protagonistas que no necesitan de una peripecia para generar empatía.
Nadie razonable espera que todas las series tengan la excelencia de Mad Men o Breaking Bad (a las cuales podemos calificar de “perfectas”) pero todas, sin excepción, deben contar con un par de pilares sobre los que construir su relato. Con tanta oferta es esperable que aparezcan este tipo de productos, también es esperable que no perduren.
Por Martín Miguel Pereira
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