Filmoteca en la ENERC: ciclo Ingmar Bergman

Entre esta noche y mañana, Filmoteca Buenos Aires presenta en la sala Espacio INCAA KM1 de la ENERC (Moreno 1199 – Ciudad Autónoma de Bs. As) un ciclo de cuatro clásicos de Ingmar Bergman. Como siempre las proyecciones se realizan en fílmico y son gratuitas.

Ingmar Bergman x 4

VIE 12 SEPT

23.00hs
CUANDO HUYE EL DÍA (Smultronstallet, 1957) c/Victor Sjöstrom, Bibi Andersson, Ingrid Thulin, Gunnar Björnstrand. 91’.
Isak Borg debe viajar para recibir un premio honorífico por sus cincuenta años de profesión. Un sueño particular lo decide repentinamente a conducir su automóvil en lugar de ir en avión como tenía previsto. Egocéntrico y distante de todo su entorno, inicia una aventura que lo enfrenta a su pasado, a sus afectos y a un futuro que se acorta cada vez más. El viaje físico es el camino a su negada interioridad y, mientras la realidad y el tiempo dialogan con soltura, debe comprender y comprenderse, conocer la tolerancia y la resignación. A pesar de su profunda admiración por el director y actor Victor Sjöström (Bergman considera a su film La carreta fantasma como el más importante de la historia), no le resultó fácil convencerlo a sus setenta y ocho años para que, entre otras cosas, se metiera dentro de un ataúd a imaginar su propia muerte. Texto de Natalia Taccetta.

SÁB 13 SEPT

19.00hs
LUZ DE INVIERNO (Nattvardsgästerna, 1962) c/Gunnar Björnstrand, Ingrid Thulin, Max von Sydow, Gunnel Lindblom. 81’.
El film atraviesa dos líneas paralelas, sin resignar ninguna. Por un lado, con el amor enfermo de una mujer por un pastor, explora el drama de la convivencia. Por otro, el pastor no puede corresponder a ese sentimiento estéril mientras lo desgarran dos pérdidas terribles: la muerte de su esposa y el abandono del Dios de su fe. La crisis que atraviesa tiene su raíz profunda en el egoísmo más existencial que pone en cuestión todo fundamento cuando no obtiene respuestas. Con austeridad formal, el film se convierte en una suerte de síntesis entre posibles hombres y mujeres que se consumen, cada uno con sus armas. Bergman ha reconocido la influencia de la película de Bresson, Diario de un cura rural (1950), donde también aparece un religioso poco virtuoso y donde la relación con el otro también se vive como un infierno. Texto de Homero Alsina Thevenet y Emir Rodríguez Monegal.

21.00hs
DETRÁS DE UN VIDRIO OSCURO (Sasom i en spegel, 1961) c/Harriet Andersson, Gunnar Björnstrand, Max von Sydow, Lars Passgard. 89’.
Una joven, salida de un centro psiquiátrico, cree tener citas con Dios en el cuarto de arriba de su casa. Un marido con el que no se entiende sexualmente, un padre más ligado a su profesión que a lo afectivo, y un hermano reprimido por no conocer el verdadero deseo, son los actores de esta puesta en escena de inspiración autobiográfica. Los sentimientos más genuinos se dan allí donde no hay un lenguaje común; Dios es el que habla y Karin recibe obedientemente sus mandatos, debatiéndose entre vivir a uno u otro lado del papel pintado (título de la obra que le dio origen). Exceptuando el prólogo muchas veces criticado, resulta una obra de impecable dramaturgia y, desde el punto de vista formal, marca un nuevo camino en la relación de Bergman con el fotógrafo Sven Nykvist. A pesar del director –que no acuerda con una racionalización a posteriori– esta película constituye una trilogía junto con Luz de invierno y El silencio. Texto de Natalia Taccetta.

23.00hs
EL SILENCIO (Tystnaden, 1963) c/Ingrid Thulin, Gunnel Lindblom, Jörgen Lindström, Haakan Jahnberg, Birger Malmsten. 96’.
Dos hermanas atraviesan una ciudad desconocida cuando regresan de unas vacaciones. El hijo de la menor viaja con ellas y aumenta la tensión erótica entre las dos mujeres que, en su vínculo perverso, funcionan como dos caras de una misma persona. La mirada acusatoria de la mayor condena, con su cuerpo enfermo, la salud que la menor ostenta y, mientras aquélla no busca sino infligirse dolor, ésta roza infructuosamente el placer en encuentros ocasionales que terminan en la insatisfacción y en el asco. Si hay algo concreto en la profundidad semántica del film es la idea de la propia desintegración; un lugar y lenguaje extraños no fuerzan ningún acercamiento y la distancia es tanto mayor cuanto más penetrante es la soledad. Varias escenas son recordadas y no sólo por vehiculizar la incomunicación: la relación entre las hermanas se mueve en una delgada línea entre el resentimiento y el deseo; y la relación madre-hijo se torna más de una vez incómoda para el espectador. Texto de Homero Alsina Thevenet y Emir Rodríguez Monegal.

Fuente: ENERC

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