Crítica: De amor y otras adicciones (2010), de Edward Zwick

De amor y otras adicciones / Love and Other Drugs (Estados Unidos – 2010)

Dirección: Edward Zwick / Guión: Charles Randolph y Edward Zwick, basado en el libro de Jamie Reudy / Fotografia: Steven Fierberg / Elenco: Jake Gyllenhaal, Anne Hathaway, Oliver Platt, Hank Azaria / Duración: 113 minutos

Viagra melodramático. Eso es De amor y otras adicciones, película rara. Por un lado, no sale de cierto esquema de joven sin rumbo consigue el laburo de su vida y, además, se queda con la chica. Pero a diferencia de la mayoría del cine que nos llega cada semana, lo juego con gracia y cierta amabilidad: es cierto que mucho ayudan las actuaciones de Jake Gyllenhaal y Anne Hathaway, haciendo demasiado real el amor que comienzan a sentir los protagonistas del film, Jamie y Maggie, también con sus dudas e incertezas. Y si hay algo real y palpable en la película son las incertezas: por un lado las de los personajes, claro está, y por el otro las del propio relato, que de tanto abarcar (se abren muchas subtramas y temas) termina no apretando demasiado.

Para poner las cosas en su lugar: De amor y otras adicciones es una supuesta historia real sobre el visitador médico que logró instalar el Viagra en el mercado y el romance que inicia con una joven que tiene Parkinson. Así, la película transita el mundo de las farmacéuticas, las dificultades del universo laboral, el romance sin obligaciones, las enfermedades, el destino, la identidad. Uff… son muchos temas. Y bien que durante la primera hora el film adquiere un ritmo endiablado que, involuntariamente -porque son evidentes los problemas de montaje- le da un vértigo saludable.

Olvidamos decir que el director es Edward Zwick, un mediano artesano hollywoodense que nos venía acostumbrando a la épica patriótica -o patriotera- (Gloria, Contra el enemigo, Valor bajo fuego) y que aquí parece seguir filmando una de batallas y tiros, pero encorsetada en el universo y con los códigos del drama romántico. Aquel Viagra consumido permite exhibir mucha piel, mucho físico -es decir, se coge mucho- y acelerar las pulsaciones narrativas. De amor y otras adicciones son varias películas en una. Algunas están bien y otras no tanto, incluso las que están bien tienen sus problemas.

Pero el peligro estaba latente: Zwick mezcla alcohol con la pastillita y al film le agarra taquicardia. Por eso, sobre la última parte lo manda a hacer reposo sobre el cómodo colchón del melodrama de tono grueso. Eso es lo peor de De amor y otras adicciones, cuando no puede construir nada por fuera de las convenciones más grasosas y las situaciones, previsibles, se alargan innecesariamente. El sexo tántrico no le va bien con el Viagra. Era mejor cuando iba a los bifes, directamente.

Mex Faliero
redaccion@cineramaplus.com.ar

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