Culpable o inocente

Culpable o inocente / The Lincoln lawyer (Estados Unidos – 2011)

Dirección: Brad Furman / Guión: Ohn Romano, basado en la novela de Michael Connelly / Fotografía: Lukas Ettlin / Edición: Jeff Mcevoy / Música: Cliff Martínez / Elenco: Matthew McConaughey, Marisa Tomei, Josh Lukas, Ryan Philippe, William H. Macy / Duración: 117 minutos

Mick Haller (Matthew McConaughey) es un abogado que se ha construido profesionalmente en las calles, siempre defendiendo a gente poco recomendable, lo que le ha ganado entre sus colegas una reputación no del todo buena. Un detalle: su despacho es el asiento trasero de un Lincoln Continental negro, uno de esos cochazos norteamericanos, gigantes y de formas cuadradas, una metáfora genial dentro del entramado que conforma la historia deCulpable o inocente. Sin embargo, el destino le pondrá en frente un caso interesante que parece fácil de resolver: el multimillonario Louis Roulet (Ryan Phillippe) fue acusado de intentar violar y matar a una prostituta. “Dinero fácil”, piensa. Pero, el caso lo involucrará en una serie de confusiones que le terminarán removiendo la estructura sobre la que se ha convencido que debe llevar su vida: Haller es también un poco canchero y soberbio.

Historia de abogados, con las típicas escenas tribunalicias en las que los letrados sacan a relucir toda su inteligencia y los guionistas, toda su picardía, Culpable o inocente se vale, primero, del texto de Michael Connelly, el nuevo autor de novelas sobre abogados que viene a reemplazar al John Grisham de los años 90, y segundo, de la mano del director Brad Furman para narrar esto con un espíritu callejero y barrial, que comienza con la banda sonora funk, bien setentista, y que continúa con una notable dirección de actores para un elenco muy sólido: Marisa Tomei, Ryan Phillippe, William H. Macy, Josh Lucas, John Leguizamo, Michael Peña, todos están muy bien. Si hasta McConaughey está muy bien. En la comparación, Connelly es más interesante que Grisham, porque para empezar es menos ambicioso y, además, es más crítico del sistema judicial norteamericano y recurre mucho más al humor.

Algo que muestra las buenas herramientas con que cuenta Culpable o inocente es por ejemplo el vínculo entre Halley y su ex esposa (Tomei). Desde allí, todas las relaciones están trabajadas y pulidas, mostrando las diferentes instancias de poder que puede haber entre las personas, lo que no impide la gentileza, la amabilidad o la impasibilidad. Que después de todo es una historia sobre el poder antes que sobre la justicia, sobre cómo se lo ejerce, sobre cómo se lo aparenta y sobre cómo se lo administra. Si Culpable o inocente no es mejor, y apenas pasa como un entretenimiento amable y como una reflexión interesante y más o menos punzante sobre los temas que aborda, es porque se extiende unos minutos, sobre el final tiene demasiadas vueltas de tuerca, que entorpecen el desenlace y el film pierde no sólo fuerza, sino también parte de su carga de ironía.

Mex Faliero
redaccion@cineramaplus.com.ar

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