La historia de los huracanes
Haciendo “zapping” de Netflix se pueden sacar algunas conclusiones sobre los gustos de los espectadores contemporáneos o, por lo menos, de los usuarios de la plataforma de streaming. Quitando una extraña profusión de series de distintos géneros provenientes de oriente que pueden responder a una estrategia de marketing o, por qué no, a una segmentación del consumo a la que somos ciegos aún, hay otros géneros que acaparan el grueso de su producción original. En los últimos meses llama la atención, no sólo por la cantidad sino especialmente por la calidad, las series documentales policiales.
De entre las más destacadas se encuentran “The Staircase”, “El caso Alcàcer” y “Making a Murderer” y luego una ficción ya dentro del mainstream como “When They See Us”. Comencemos por los documentales. The Staircase narra el periplo judicial de un escritor acusado de asesinar a su mujer en su casa en la mentada escalera. Con actitud casi profética, desde los primeros días luego del asesinato, Michael Peterson (el acusado) se vale del director Jean-Xavier de Lestrade –quién había ganado recientemente un Oscar por su documental Murder on a Sunday Morning donde narra la historia de un joven de 15 años erróneamente acusado de un crimen– para documentar con lujo de detalles todo el proceso judicial que va a afrontar. La serie se vuelve apasionante para los amantes de los dramas judiciales pues sentimos introducirnos en la intimidad del trabajo de los abogados e investigadores. La serie se estructura novedosamente en tres partes bien separadas en el tiempo, al ritmo del caso. En la primera, de 2004, asistimos al grueso del proceso y la sentencia. En la segunda la serie se vuelve autorreferencial pues trabaja a partir del impacto que tuvo la primera parte en la sociedad y la opinión pública. La tercera narra el final del proceso.
“El caso Alcàcer” hace el racconto de un caso policial emblemático en España por ser de los primeros en donde los medios de comunicación jugaron un papel fundamental en el país ibérico. A través de la construcción de dos personajes principales (el padre de una de las víctimas y un investigador privado que trabaja con él) revivimos el caso gracias a una enorme cuota de suspenso. Como en la serie “The Missing” (que ya hemos reseñado en este espacio), el padre anula su vida y, con ella, la de sus seres queridos, en la persecución que deviene en obsesión. Manejando el tiempo presente y el pasado, que está abundantemente documentado, la serie también nos recuerda por momentos a la primera temporada de “True Detective”.
“Making a Murderer” relata la historia de un hombre falsamente acusado dos veces por crímenes que no cometió. El primer misterio termina develándose luego de haber cumplido gran parte de la condena, el segundo sigue en pie. La narración de una vida judicializada y los pormenores de la burocracia policial y judicial son el eje de la historia. El racconto al detalle de la investigación no atenta en ningún momento contra la dinámica del relato que se vuelve por momentos un reallity en retrospectiva.
Dentro de esta reseña incluimos “When They See Us” por motivos que rápidamente explicaremos. La historia de “Los cinco del Central Park”: cinco jóvenes acusados de violar y casi asesinar a una mujer de Manhattan. La primera mitad de la serie reconstruye con lujo de detalles los fraudulentos interrogatorios a los que son sometidos los jóvenes y cómo, mediante ardides, amenazas y completa desprotección tanto judicial como familiar en algunos casos, se logran falsas confesiones.
Esta ficción muy exitosa y masiva pone la lupa en lo que creemos es “la” problemática que Netflix quiere poner sobre el tapete mediante estas producciones originales: la manipulación policial de las confesiones y la manipulación judicial de las pruebas. Evidentemente es una problemática en ascenso que cada vez se vuelve más imperativa: transparentar los procesos para hacerlos más justos. Sobre el tema de las confesiones existe otra producción de Netflix que incluso trata exclusivamente de ello: “The Confession Tapes”, donde podemos acceder a las grabaciones de los interrogatorios a partir de los cuales se “sacan” confesiones insólitas.
Forzando el sentido común y nuestros prejuicios, todas estas series nos muestran cómo una persona es capaz de confesar un crimen que no cometió. La indignación que sentimos ante la manipulación policial parece evidenciar que la policía es parte fundamental de la inseguridad. Luego de ello caemos en manos de la justicia que, ayudada por la misma policía y otra serie de funcionarios públicos, nos transforma en víctimas de una cruel y siniestra burocracia que sólo Kafka podría imaginar. Es difícil no recordar casos emblemáticos en la historia como los de Sacco y Vanzetti o el de Rubin “The Hurricane” Carter (ambos en EE.UU.). Ha pasado el tiempo y los casos son cada vez más mediáticos (por lo menos algunos de ellos) pero, sin embargo, la injusticia prevalece pero con mayor complejidad. La pluma de Bob Dylan entonces, se vuelve más actual que nunca: Couldn’t help but make me feel ashamed to live in a land where justice is a game (No pude evitar hacerme sentir vergüenza de vivir en una tierra donde la justicia es un juego).
Por Martín Miguel Pereira