La directora turca Deniz Gamze Ergüven, cuya ópera prima «Mustang» llegará a los cines argentinos el jueves 14 de enero, relata cómo se gestó este largometraje que resultó ser la revelación de la última Quincena de los Realizadores de Cannes. Allí obtuvo el premio Label Europa Cinemas y cerró la mayoría de sus acuerdos de ventas.
-¿Cómo elegiste la temática de la película?
-Tenía muchas ganas de relatar en qué consiste ser una mujer, una hija, en Turquía: esa especie de filtro permanente que comienza muy temprano. La primera secuencia, cuando las niñas juegan en el mar montándose encima de los chicos, es algo que yo viví y por lo que me mortificaron sin parar, si bien las reacciones de mis personajes responden más a cierta rebeldía. El proyecto nació de la voluntad de poner de manifiesto todas las cosas que habría querido hacer y decir otorgándole a mis personajes el coraje que nunca tuve.
-Un asunto bastante dramático que has tratado con gran dinamismo.
-Rápidamente se convirtió en un motivo de júbilo. Una vez que infundimos todo ese valor a las chicas, no tenía ninguna gana de castigarlas: ellas tenían que ganar. Por eso, partiendo de algo muy sombrío, llegamos a algo muy luminoso. Además, las actrices tienen una enorme vitalidad. La imagen de un mustang es una metáfora que se asocia a la belleza, la libertad, la fuga y lo indómito.
-¿Cómo construiste la atmósfera de encierro?
-Ya en fase de guion decidimos alejarnos del naturalismo. El tío es una especie de minotauro con su Dédalo; las hijas, como una hidra, como un cuerpo de cinco cabezas con temperamentos muy dispares que me permitían contar como a través de un caleidoscopio los cinco destinos posibles para una misma mujer. Para los decorados, encontramos un lugar ideal con una naturaleza inquietante, una arquitectura particular con grandes mansiones que recordaban a las de los cuentos de hadas y tradiciones locales como las de enterrar a los muertos en los jardines, así como con una dimensión un tanto fantástica.
-¿Qué intenciones tenías en relación a la puesta en escena?
-Algo un poco amplio y luminoso al principio de la cinta, con una oscuridad progresiva a medida que la historia se desarrolla y una puesta en escena muy dinámica porque las chicas están siempre en movimiento. También habíamos creado un espacio en el interior de la casa que me daba la posibilidad de construir planos de todo tipo, múltiples perspectivas y vistas desde las ventanas a elementos muy concretos (la carretera, otras casas…). Tenía justo la casa de muñecas que necesitaba para poder, acto seguido, jugar con ellas.
-Cómo fue el accidentado proceso para poder concretar el filme?
-Me reuní con Charles Gillibert a la salida de La Fémis y es el primer productor al que hice leer el guion de Mustang. Por aquel entonces, él ni siquiera había fundado su propia empresa. El proyecto se comprometió, por tanto, con otra empresa francesa. Al cabo de dos años nos dimos cuenta, a tres semanas de empezar a rodar, que la financiación no era la necesaria. Llamé entonces a Charles y, tres días más tarde, aceptó retomar el proyecto. Rápidamente, cambió de distribuidora en Francia y de agencia de ventas internacionales y consiguió financiación adicional de las televisiones francesas. Tuvo una determinación y una serenidad imperturbables.
-¿Hasta qué punto estás vinculada con la cinematografía turca?
-No hay fronteras en el cine. Ahora tengo un nuevo proyecto en Turquía pero antes escribí un guion cuya historia transcurre en Los Ángeles, en los barrios afroamericanos de South Central. No obstante, como era un proyecto en lengua inglesa y yo no soy afroamericana, me resultó imposible convencer a nadie. Para poder acceder a financiación para mi primer largo necesitaba un proyecto como Mustang, con personajes que se me parecieran, sabiendo que yo crecí allí. Pero en un futuro espero disponer de la libertad suficiente para rodar fuera de Turquía.
Fuente: Cineuropa