Cuando el Festival de Cine de Mar del Plata volvió a realizarse, en 1996, tuvo por objetivo transformarse en un evento de referencia dentro de la región. En el medio tuvo que lidiar con festivales consolidados (Guadalajara, Sao Paulo, Cartagena, etc), con otros que nacieron con fuerza -como el BAFICI- y fundamentalmente con sus cambios de fecha y de dirección artística.
La edición de 2015, más allá de repetir ciertos vicios erráticos en la programación de su competencia principal, parece ser de una consolidación que, personalmente, no sentía desde las ediciones presididas por Miguel Pereira (2007).
Mar del Plata parece haber encontrado su camino con una fórmula sencilla: lo más reciente del cine latinoamericano, un amplio panorama del cine internacional (enfocado en un público joven), lo nuevo de los grandes autores y las apuestas por el riesgo narrativo y la experimentación. A esto se le sumó una gran retrospectiva brillando dentro de un enorme segmento dedicado a las revisiones y al cine recuperado.
La frutilla del postre fue la llegada de grandes realizadores como Johnnie To, Arnaud Desplechin, Atom Egoyan, Piotr Dumala, Luís Ospina e Isaki Lacuesta (es una pena que no lo hayan traído con alguno de sus filmes, ya que no se exhibieron en Mar del Plata), y otros nombres importantes del arte y la industria cinematográfica como Ricardo Aranovich y Marco Müller.
Vale la pena, también, destacar la gran cantidad de charlas y presentaciones abiertas al público, y alguna otra cerrada como la presentación de la nueva película de Pixar, Un buen dinosaurio.
LA COMPETENCIA INTERNACIONAL: ESE PUNTO DÉBIL DE SIEMPRE
La Competencia Internacional es la sección que más habla de un Festival, es su presentación al mundo. Si uno revisa las doce películas que compitieron este año por los premios Ástor en seguida notará que solo hay dos continentes representados: América y Europa. Esto quiere decir que todos los países de Asia, África y Oceanía fueron completamente ignorados. Y dentro de los continentes representados solo hay una película de Europa Central u Oriental (Koza). Tampoco hay filmes de Centroamérica, ni las Islas del Caribe.
Pero no es lo más importante. Como muchos saben el reglamento del Festival es más flexible que en sus primeros años e incluso le permite a Mar del Plata programar películas que fueron premiadas en los otros Festivales categoría A del mundo (Cannes, Berlín, Venecia, por ejemplo).
Si bien este año el Festival no cometió errores gruesos como en el pasado cuando presentó en competencia a la ganadora del León de oro de Venecia (Fausto, de Aleksandr Sokúrov) y a la poseedora de la Concha de oro de San Sebastián (Pelo Malo, de Mariana Rondón), cualquiera puede intuir que un tipo como Marco Müller, que dirigió algunos de los certámenes más importantes del mundo como Rotterdam, Venecia y Locarno, no viajó a Mar del Plata para premiar filmes que participaron de las secciones oficiales competitivas de Cannes, Venecia y Berlín. De hecho, de ese universo de películas, solo El Club se alzó con premios Ástor. Es una pena, por ejemplo, que no le hayan dado a la premiere internacional de Ederly, de Dumala, un espacio en la competencia internacional.
En definitiva el punto débil se puede solucionar fácilmente si se trabaja estratégicamente cuidando esta sección que es la carta de presentación ante el mundo. Por lo demás el Festival está funcionando muy bien y se conoce internacionalmente ya que varios realizadores me comentaron que en Locarno este año se hablaba de lo fuerte que está Mar del Plata. La apuesta entonces deberá ser seguir creciendo.
Por Fausto Nicolás Balbi
@FaustoNB