Crítica: La orilla que se abisma (2008), de Gustavo Fontán

La orilla que se abisma (Argentina – 2008)

Dirección y Guión: Gustavo Fontán / Fotografía: Luis Cámara / Montaje: Mario Bocchicchio y Gustavo Schiaffino / Duración: 64 minutos

Inspirada en la obra del poeta entrerriano Juan Laurentino Ortiz, La orilla que se abisma intenta crear un diálogo entre la poesía y la imagen, la plástica, la poética de la mirada.

Para esto Gustavo Fontán recrea, durante los primeros quince minutos de metraje, un espacio tan impreciso, como realista e identificable. Da una lección de cine contemplativo, y logra algunas de las imágenes (tanto visuales como auditivas) más bellas que se puedan filmar.

Pero esos paisajes del primer cuarto de hora son una excusa, un contexto, un espacio a describir antes de ser deconstruidos en un intento valioso por llegar a contener la mirada y la búsqueda que expresa el poeta a través de su obra.

Fontán asume riesgos, crea una obra incómoda y vital. Juega con la imagen, la recorta, la deforma, la descontextualiza y sin embargo cada una de sus decisiones estéticas, lejos de responder a la arbitrariedad, están plenamente justificadas por el poema de Ortiz que se escucha sobre el final de este viaje, cuando ya la luz del sol apenas alcanza a iluminar la orilla y la imagen reposa sobre el agua para que nos concentremos, sin distracciones, en la voz del autor.

Una vez más Fontán muestra un amplio dominio de la puesta en escena y realiza una obra digna de su extrema sensibilidad.

Por Fausto Nicolás Balbi
fausto@cineramaplus.com.ar

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