mega888 Marco Lorenzini Archivos - CineramaPlus http://cineramaplus.com.ar/tag/marco-lorenzini/ Crítica, análisis y noticias de Cine Fri, 13 Apr 2018 12:55:19 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.4.3 218751714 Crítica: Gutland (2017), de Govinda Van Maele http://cineramaplus.com.ar/critica-gutland-2017-de-govinda-van-maele/ http://cineramaplus.com.ar/critica-gutland-2017-de-govinda-van-maele/#respond Fri, 13 Apr 2018 05:06:57 +0000 http://cineramaplus.com.ar/?p=19253 Gutland (Luxemburgo / Alemania / Bélgica – 2017) BAFICI 20: Competencia Vanguardia y Género (Premiere Argentina) Toronto 2017: Discovery (Premiere mundial) Dirección, guion: Govinda Van Maele / Fotografía: Narayan Van Maele / Montaje: Stefan Stabenow / Música: Mocke / Producción: Gilles Chanial, Olivier Dubois, Melanie Blocksdorf, Felix Blum / Intérpretes: Frederick Lau, Vicky Krieps, Marco […]

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Gutland (Luxemburgo / Alemania / Bélgica – 2017)
BAFICI 20: Competencia Vanguardia y Género (Premiere Argentina)
Toronto 2017: Discovery (Premiere mundial)

Dirección, guion: Govinda Van Maele / Fotografía: Narayan Van Maele / Montaje: Stefan Stabenow / Música: Mocke / Producción: Gilles Chanial, Olivier Dubois, Melanie Blocksdorf, Felix Blum / Intérpretes: Frederick Lau, Vicky Krieps, Marco Lorenzini, Leo Folschette / Duración: 107.

Gutland abre con un paisaje en algún lugar de Luxemburgo, un inconmensurable campo abierto donde parece no haber horizonte. La primera imagen de la película se resiste por momentos a la nitidez y a la verosimilitud: los trigales son azules. Es el primer signo de extrañamiento dentro de un cuadro de situaciones que progresivamente conducirá a un pantano de incertidumbres. En medio de ese espacio edénico que simula preceder al género humano, aparece el protagonista, un forastero que camina en medio de la nada, de aspecto hippie y rostro adusto. Pronto el encuadre permitirá ver que detrás de la naturaleza virgen, hay signos de vida, un conjunto de casas y una comunidad cuyas costumbres rozarán aspectos nada convencionales, sobre todo en las mujeres.

Jens busca trabajo. Su pasado se revelará en pequeñas dosis diseminadas en el relato. Mientras tanto convive con los lugareños, participa de costado de los bailes y los rituales hogareños. Su aspecto lo posiciona como un extraño, una especie de Cristo maldito que ha llegado para ver qué ocurre allí. Inmediatamente liga con Lucy, una joven que vive con su hijo. En la primera encamada que tienen, las cosas ya empiezan a ponerse raras. Es el primer eslabón de una serie de indicios que hacen de la película una especie de policial surrealista cuyo despojamiento permite entrar y correrse del género permanentemente, y donde cada capítulo está determinado por marcadores en los que la naturaleza observa de manera implacable. Es que en medio de este paraíso rústico, los secretos salen de la caja de Pandora muy discretamente, alejados del frenesí que podría considerarse en un policial, dentro de una lógica estática, más bien contemplativa, que abarca desde la mirada de la cámara a la perplejidad del personaje principal y por ende se traslada al espectador. ¿Qué estamos viendo, por qué se producen determinados hechos? Simultáneamente, determinadas secuencias pugnan por una autonomía estética más allá de los lazos argumentales y tal vez este sea el punto más atractivo de la película, esa capacidad de fascinar a través de la distancia/atracción que generan ciertos planos. Y si bien es cierto que las pocas acciones determinantes para la trama invitan a pensar en lecturas sociopolíticas con respecto a los fenómenos de inmigración en Europa, un tema candente y actual, sería un pecado ahogar la fuerza visual en conjeturas que Gutland no propone obligadamente.

Pero volviendo al carácter onírico/policial en el que aparenta enmarcarse la historia, una serie de signos (fotos de mujeres desnudas, una casa abandonada, un cuerpo masculino que ha desaparecido) ponen las cosas patas para arriba. Y allí Jens oficia como un detective vagabundo que choca por azar mezclado con instinto con situaciones que lo hacen dudar de la verdadera identidad comunitaria. Para colmo, personajes vinculados con su pasado de ladrón aparecen en el peor momento. Sin embargo, una fractura argumental enterrará definitivamente a la historia en la (sana) incertidumbre. Jens pasará de su condición de forastero (una especie de “gran Lebowski bressoniano”) a un lugareño más llamado que toca la trompeta y es capaz de reírse. La clave está en las elipsis, en los agujeros negros cuya información habrá que reponer, si es posible. Para ello, Van Maele apelará a una lógica en la iluminación a base de contrastes y al acompañamiento musical tenebroso. Un objeto extraño, digno e inquietante.

Por Guillermo Colantonio
@guillermocolant

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