Crítica: Monologue (2020), de Maxim Eruzhenets y Marina Kirakosyan – FIDBA 2020

Monologue (Rusia – 2020)
FIDBA 2020: Competencia Internacional – Premiere Mundial
*Disponible gratuitamente en la Argentina a través de FIDBAPLAY (hasta el 13 de Septiembre)

Dirección: Maxim Eruzhenets y Marina Kirakosyan / Producción: Lev Boiko / Duración: 60 minutos.

Esta producción rusa dirigida por Maxim Eruzhenets y Marina Kirakosyan nos invita a observar la creación de un cuadro y como en ese acto contemplativo podemos descubrir tanto a la obra acabada como ese monólogo interior que acompaña al artista a través del proceso que va desde la idea original y los primeros pasos hasta la obra concluida.

Registrar el proceso creativo de un artista es muchas veces un leit motiv para la narración documental. En este caso el filme, que se focaliza en la creación de esta obra pictórica, nos invita a seguir al protagonista y creador de la durante su tarea, artesanal y reflexiva. El joven protagonista nos expone la realización de su cuadro / tesis “Alarm Bell”, en un lienzo que veremos desplegarse durante todo el derrotero de la película.

Pero este joven artista no solo pinta y crea su mundo sino que observa otras obras como viajando al pasado de la historia de la pintura rusa, intercambia ideas con otros plásticos y así la obra se va gestando en un camino dinámico e investigativo.

Su creación y la tarea de preciso trabajo sobre la misma va acompañada y narrada por la voz en forma de soliloquio o monólogo interior donde escuchamos los pensamientos, reflexiones dudas y certezas que nuestro protagonista tiene sobre su obra y sobre la pintura en si misma como elemento que es parte clave de la historia de su cultura.

Por eso mismo al final del relato la exposición de su cuadro en la Academia frente a los ojos de decenas de observadores nos permite ahora escuchar a nuestro artista poner a la vista su tarea realizada.

Pero algo se suma a la voz del joven en este filme, un punto de vista que aparece nítido y grave complementando la voz del artista y sus inquietudes interiores, es la voz del maestro. Allí lo vemos, junto a su alumno acompañándolo en su proceso y sumando sus narraciones en off que describen otras aristas de la vida artística, del oficio y de su manufactura artesanal y singular. La obra acabada es imponente y tradicional de la pintura rusa más clásica, un gran cuadro narrativo que es el final del camino del artista y del documental.

El tratamiento visual de este filme no deja de lado un cuidado plástico, estético en su iluminación, sus encuadres y su montaje que equilibra los pasajes más dinámicos con otros momentos de mayor quietud observacional.

Por Victoria Leven
@LevenVictoria

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