Crítica de TV: Warm Wood, miniserie de Errol Morris

Warm Wood (Estados Unidos – 2017)

Dirección: Errol Morris / Producción: Julie Ahlberg, Sean Garrett Fogel, Steven Hathaway, Tessa Treadway, Jesse Wann / Intérpretes: Peter Sarsgaard, Molly Parker, Christian Camargo / Compañías productoras:Fourth Floor Productions, Moxie Pictures / Episodios: 6 / Cadena original: Netflix / Distribución en Latinoamérica: Netflix.

LA VERDAD ES LA FORMA

“La política de los autores” fue una metodología de análisis de filmes utilizada en la década del ’50 por los críticos la revista “Cahiers du cinéma” nucleados alrededor de André Bazin. A partir de ella, los filmes eran leídos tomando al director como responsable último y absoluto de todos los elementos en pantalla, de la puesta en escena. Visto a la distancia, era menos un método que daba cuenta de una realidad que una aspiración a futuro para todos esos críticos que luego devinieron en directores formando la “Nouvelle Vague”: François Truffaut, Jean-Luc Godard, Claude Chabrol, Eric Rohmer y Jacques Rivette, entre otros. Para estos críticos/directores el director, para ser un autor, debía tomar decisiones en todas las áreas pero especialmente en las de guión y producción. Hay sobrados ejemplos en la práctica de cineasta que no cumplían esta regla y, sin embargo, se les mantuvo el mote de autores más por un facilismo nominal que otra cosa. De este lado del mundo, el crítico uruguayo Homero Alsina Thevenet reprochó duramente este método de análisis por considerar que dejaba afuera las contingencias de la producción que muchas veces influían más en el resultado del filme que las decisiones de su director. Entonces, el producto final era una suma de diferentes factores, restándole preponderancia a su figura.

Warm Wood pone en crisis ambas posturas. El principal factor que nos puede llevar a elegir esta serie entre toda la oferta de la plataforma Netflix es saber que la dirige el mismísimo Errol Morris (The Thin Blue Line, The Fog of the War). Sin embargo, revisando los créditos nos enteramos de que él no la produce y tampoco escribe el guión. Entonces sobreviene la duda: ¿Será esta una serie “de” Errol Morris? ¿Qué injerencia puede tener si no maneja áreas tan sensibles como producción y guión? El experimentado documentalista nos tiene acostumbrados a encontrar siempre un nuevo punto de vista desde donde contar las historias y, especialmente, un arsenal de recursos estéticos novedosos y creativos; allí radica su valor.

A favor de los Cahiers, Howard Hawks, la mayoría de las veces, no manejó esas áreas y era considerado por ellos (con Alfred Hitchcock) EL autor del cine norteamericano y en Warm Wood la misma forma se aplica a la perfección. Nadie podría haberla filmado como Morris, cada imagen lleva su sello distintivo como una marca indeleble. El formato y su duración, a su vez, lo obliga a desplegar todos sus recursos pudiendo funcionar casi como un resumen de toda su carrera, permitiéndose incluso el humor y el juego por momentos, algo que abandonó luego de sus primeros filmes como Vernon, Florida.

La historia narra la búsqueda de justicia por parte del hijo de un ex militar que participó en experimentos con LSD de la CIA sin ningún tipo de cuidado por su persona derivando en el suicidio/accidente/asesinato de éste. Las dramatizaciones tienen una factura tan profesional y rica estéticamente que el mote parece quedarle chico. En ellas el director despliega su talento ya conocido y nos sorprende como un gran creador de ficciones. La caída libre de la víctima, que nos hace acordar a los créditos de apertura de Mad Men, es casi lírica y allí es donde entra cierto sentido del humor y lo lúdico pues parece que el hombre bailara en el aire. En otros momentos, el tono de las ficcionalizaciones alcanza una extrañeza casi lyncheana. Por otro lado, los relatos se reinventan y modifican creando una ambigüedad coherente con lo oscuro de la historia oficial y la verdad que podemos atisbar. Las entrevistas a múltiples cámaras también hablan de las diferentes verdades que se vierten, como rostros cubistas que muestran simultáneamente muchas caras.

La estructura del guión es espiralada ya que la historia narrada es bien conocida por el público estadounidense, por lo cual no se puede sostener desde el misterio. Sin embargo el relato se va complejizando de a poco siempre comenzando por el mismo punto y yendo detrás de las estelas que dejó el capítulo anterior pero haciendo el recorrido más largo a cada vuelta. De esa manera se puede dar cuenta de una historia sumamente compleja sin marear ni perder detalle.

Errol Morris es un creador de formas documentales tan radical que impone su mirada autoral desde el lugar que le toque ocupar en cada proyecto demostrando que también en el documental la forma muchas veces habla más que el contenido.

Por Martín Miguel Pereira

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