Crítica: Belleza inesperada (2016), de David Frankel

Belleza inesperada / Collateral beauty (Estados Unidos – 2016)

Dirección: David Frankel / Guion: Allan Loeb / Fotografía: Maryse Alberti / Música: Theodore Shapiro / Edición: Andrew Marcus / Intérpretes: Will Smith, Edward Norton, Kate Winslet, Helen Mirren, Keira Knightley / Duración: 96 minutos

David Frankel es el director de Belleza inesperada un filme que promete la lágrima fácil y casi dos horas de golpes bajos relacionados al eje central de la trama que es la muerte de una niña de seis años. No es casual que el tono de la película sea lacrimógeno, ya que Frankel tiene en su haber títulos como Marley y yo y Hope Springs, en los que repite la temática sobre la muerte sumado a la intención de ofrecer una suerte de receta para la resiliencia y la continuación de la vida luego de una tragedia.

Howard Inlet (Will Smith) es el CEO de una empresa de marketing publicitario quien meses atrás ha perdido a su única hija a causa de un extraño caso de cáncer. La desgracia atravesó su vida transformándolo de líder empático a un ser introspectivo y reacio a volver a comunicarse con el exterior. En su estado de enojo con la vida no sólo está a punto de perder su gran emporio laboral sino también a sus amigos y esposa. Es así como en respuesta a su inmenso dolor comienza a escribir cartas a los tres pilares fundamentales de la vida: el tiempo, el amor y la muerte.

Si esta acción ya parece algo extraña, el filme redobla la apuesta cuando sus empleados, Claire (Kate Winslet), Whit (Eduard Norton) y Simon (Michael Peña) con la intención de documentar y acreditar su insania contratan a un grupo de actores para que representen al tiempo, el amor y la muerte e interactúen con Howard. Además de bizarra, la aparición de estos tres personajes se presenta de forma acartonada y logran que Belleza inesperada se transforme en una película de lágrima fácil gracias a su continuo mensaje de salvación repleto de lugares comunes. Aquí no hay descanso y escena tras escena el ambiente se vuelve cada vez más oscuro y trágico.

Además, si todo esto no fuera suficiente, el final propone una vuelta de tuerca que resignifica la mayoría de las acciones previas de Howard dejando al espectador en una situación de revisión mental retrospectiva de lo que acaba de ver en búsqueda de pistas. Más allá de ser bastante básico y previsible, el filme tiene otra escena aún más deprimente en la que durante una charla de café entre Howard y Madeleine (Naomie Harris) tratan de explicar (y asegurarse que quede bien claro) el concepto de belleza colateral (traducción literal del título original) mediante la repetición constante del término.

Por Paula Caffaro
@paula_caffaro

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